(Aica) El Papa ha continudado con su catequesis sobre el sacramento de la Confirmación, dedicada hoy a los «efectos» que el don del Espíritu Santo hace madurar en quienes lo reciben, llevándolos a ser, a su vez, un don para los demás.
«El Espíritu Santo es un don», explicó el Santo Padre: «Recordemos que cuando el obispo nos da la unción con el óleo dice: 'Recibe el Espíritu Santo que te es dado como un regalo'. Ese don entra en nosotros, y el Espíritu lo hace fructífero para que podamos darlo a los demás «.
«Recibir para dar, nunca recibir y tener cosas adentro, como si el alma fuera un depósito», y subrayó el Papa: «Las gracias de Dios se reciben para dárselas a los demás: esta es la vida del cristiano».
«El Espíritu nos mueve a salir de nuestro egoísmo y a ser un don para los demás. La recepción de la confirmación nos une con mayor fuerza a los miembros del Cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia. Tenemos que pensar en la Iglesia como un organismo vivo, compuesto de personas que caminan formando una comunidad junto al obispo, que es el ministro originario de la confirmación y quien nos vincula con la Iglesia».
Comparando con la parábola de los talentos el pontífice señaló que «a medida que recibimos el don, como un regalo de Dios, su fin es ser fructífero y no para enterrarlo con temores egoístas. «Cuando tenemos la semilla en la mano no es para guardarla en el armario sino para sembrar y fructificar», añadió.
Francisco prosiguió afirmando que la misión de la Iglesia en el mundo procede a través del aporte de todos los que forman parte, y que si bien «alguno piensa que en la Iglesia hay patrones», es decir, «los obispos, el Papa, los sacerdotes», y luego «obreros», que «son los demás», esto no es así, porque «la Iglesia somos todos» y «todos tenemos la responsabilidad de santificarnos los unos a los otros, de cuidar de los demás». Esto porque «la confirmación vincula a la Iglesia Universal, desparramada por toda la tierra, involucrando activamente a los confirmados en la vida de la Iglesia particular a la que pertenecen».
«Esta incorporación a la comunidad eclesial se manifiesta en el signo de la paz con el que se concluye el rito de la confirmación. El obispo dice a cada confirmado: «la paz esté contigo». Estas palabras nos recuerdan el saludo de Jesús a sus discípulos en la noche de Pascua y expresan la unión con el Pastor de esa Iglesia particular y con todos los fieles. Recibir la paz a través del obispo nos impulsa a trabajar por la comunión dentro y fuera de la Iglesia, a mejorar los vínculos de concordia en la parroquia y a cooperar con la comunidad cristiana».
Algo que destruye la armonía y la paz,advirtió el pontífice, son las habladurías que destruyen lo que hace Dios. «Salimos y comenzamos a hablar mal de los otros, a sacar 'el cuero' a los demás. Comienzan las habladurías, y las habladurías son guerras». «Si hemos recibido el signo de la paz con la fuerza del Espíritu Santo, debemos ser hombres y mujeres de paz y no ir por allí destruyendo con la lengua la paz que ha hecho el Espíritu», pidió Francisco. Y siguió: «¡Pobre Espíritu Santo! ¡El trabajo que tiene con nosotros, con esta costumbre de las habladurías!»…
Francisco indicó seguidamente que «la Confirmación se recibe una sola vez, pero su fuerza espiritual se mantiene en el tiempo y anima a crecer espiritualmente con los demás». Por este motivo el Romano Pontífice exhortó a los confirmados a no «enjaular» al Espíritu Santo y a no oponer resistencia al viento que sopla empujándolos a caminar en libertad.
«Los animo –concluyó- a pedir la asistencia del Espíritu Santo en sus vidas para que les conceda la valentía de comunicar y anunciar la alegría del Evangelio, con palabras y obras, a cuantos encuentran en el camino de la vida».
En los saludos finales a los peregrinos Francisco recordó que el próximo viernes será la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, e invitó a orar durante todo el mes de junio al Corazón de Jesús y a sostener con cercanía y afecto a los sacerdotes, para que sean imagen de aquel Corazón lleno de amor misericordioso.