(Fides) La fiesta de la Virgen María Auxiliadora, especialmente venerada en el santuario mariano de Sheshan, cerca de Shanghai, «nos invita a estar unidos espiritualmente a todos los católicos que viven en China». Así lo recordó Francisco al final de la audiencia general de hoy, miércoles 23 de mayo, víspera del día dedicado a la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María, Auxilio de los cristianos, invitando a todos a rezar a la Virgen por los católicos chinos, «para que puedan vivir su fe con generosidad y serenidad, y para que sepan hacer gestos concretos de fraternidad, concordia y reconciliación, en plena comunión con el sucesor de Pedro».
Desde 2008 cada 24 de mayo se celebra también la Jornada Mundial de oración por la Iglesia en China, establecida por el Papa Benedicto XVI. Refiriéndose a esta ocasión, Francisco se dirigió a los «discípulos amados por el Señor en China», recordando que «la Iglesia universal reza con vosotros y por vosotros, para que incluso en medio de las dificultades podáis seguir confiando en la voluntad de Dios. «La Virgen», -aseguró el Sucesor de Pedro-, «nunca dejará de ayudaros y os protegerá con su amor maternal».
Benedicto XVI y la Iglesia en China
En su Carta a los católicos chinos, firmada el 27 de mayo de 2007, solemnidad de Pentecostés, Benedicto XVI propuso que el 24 de mayo, dedicado a la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María, Auxilio de los cristianos, - venerada «con gran devoción en el santuario mariano de Sheshan en Shanghai»-, pudiera convertirse en una ocasión para que los católicos de todo el mundo se unieran en oración con la Iglesia en China».
Con este fin, el entonces Pontífice estableció para esa fecha la «Jornada de oración por la Iglesia en China», que se celebraría en todas las comunidades católicas del mundo. «Os animo a celebrarla», escribió Benedicto XVI «renovando vuestra comunión de fe en Jesús, nuestro Señor, y en la fidelidad al Papa, rezando para que la unidad entre vosotros sea cada vez más profunda y visible». «Os recuerdo además el mandamiento de amor que Jesús nos dio, amar a nuestros enemigos y orar por quienes nos persiguen, así como la invitación del apóstol San Pablo: «Os pido, antes todo, que se hagan preguntas, súplicas, oraciones y acción de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en el poder, para que podamos pasar una vida tranquila y pacífica, con toda nuestra compasión y dignidad. Esto es algo hermoso y agradable en la presencia de Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres sean salvados y lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tim 2: 1-4).
En esa carta, el Pontífice, dirigiéndose a los católicos chinos, también dispuso que, en el día de oración por la Iglesia en China, «los católicos de todo el mundo, especialmente los de origen chino, mostraran su solidaridad y solicitud fraterna, pidiendo al Señor de la historia el don de la perseverancia en el testimonio, seguros de que vuestros sufrimientos pasados y presentes por el santo nombre de Jesús y vuestra lealtad a su Vicario en la tierra serán recompensados, aunque a veces todo parezca un triste fracaso».