(InfoCatólica) El presidente de la CEE ha recordado que «desde hace mucho tiempo venimos padeciendo una penuria seria de vocaciones para el ministerio presbiteral. Si hace varios decenios la abundancia era extraordinaria, actualmente la escasez es también extraordinaria. Aquella abundancia impulsó a la construcción de muchos seminarios, que poco tiempo más tarde no fueron necesarios».
Y ha añadido que «debemos afirmar al mismo tiempo que el trabajo pastoral por las vocaciones sacerdotales es en general más intenso que en otros tiempos en que había un ambiente propicio constituido por las familias, las parroquias y las escuelas en que las vocaciones surgían fácilmente. El panorama actual generalizado es fuente de inquietudes y de sufrimiento para todos nosotros».
Lógicamente, ha señalado el cardenal, «las consecuencias de esta carestía larga y dura están a la vista: descenso del número de presbíteros y media de edad cada vez más alta. Nos puede acechar la tentación de cubrir la falta de vocaciones con soluciones improvisadas y atajos arriesgados; el marco de preparación para el ministerio es, en ocasiones, insatisfactorio, ya que el número de seminaristas es muy reducido, y pocos los formadores y profesores dedicados generosamente a este servicio precioso».
Dado que la crisis de vocaciones al sacerdocio lleva ocurriendo desde hace décadas, el cardenal ha hecho un repaso por los diversos análisis que los obispos han ido realizando durante ese tiempo sobre las causas de dicha crisis. Tras ello, ha indicado que «no podemos resignarnos a la administración de la escasez. Nuestra cuestión mil veces planteada es la siguiente: ¿cómo invitar con respeto, cómo alentar la decisión, cómo discernir la vocación, cómo crear las condiciones para que sea escuchada la llamada de Dios? El ministerio episcopal nos urge a buscar, todos unidos en el Señor y con creatividad pastoral, respuestas a esta necesidad básica que repercute decisivamente en la vida de la Iglesia».
Y ha sentenciado:
«Debemos decirlo con claridad: la Iglesia en España necesita vocaciones para el ministerio sacerdotal; y al hacernos eco de esta indigencia básica, no debemos olvidar, movidos por la solicitud católica, la colaboración con otras diócesis y la participación en la missio ad gentes.»