(Radio Vaticana/InfoCatólica) En la introducción al rezo del Ángelus, durante el día de hoy, V Domingo de Cuaresma, el Papa Francisco invocó a «la Virgen María, que ha tenido siempre la mirada de su corazón fija en su Hijo – desde el pesebre de Belén, hasta la cruz en el Calvario, para que nos ayude a encontrarlo y conocerlo, así como Él quiere, para que podamos vivir iluminados por Él, y llevar al mundo frutos de justicia y de paz».
El Papa hizo hincapié en las palabras de Jesús, con el Evangelio de hoy, según San Juan (12, 20-33), en donde «nos invita a dirigir nuestra mirada hacia el crucifijo, que no es un objeto ornamental o un accesorio de vestir - ¡a veces abusado! – sino un signo religioso que hay que contemplar y comprender.
En la imagen de Jesús crucificado se revela el misterio de la muerte del Hijo de Dios como supremo acto de amor, fuente de vida y salvación para la humanidad de todos los tiempos».
Texto completo con las palabras del Papa
Jesús nos rescata de la esclavitud del pecado y nos dona una vida nueva reconciliada en el amor
Con las palabras que el Señor emplea para explicar el significado de su muerte y resurrección, el Obispo de Roma, subrayó que «Jesús quiere hacer comprender que su vivencia extrema – muerte y resurrección – es un acto de fecundidad, que dará mucho fruto para muchos. De esta manera se compara a sí mismo con el grano que muere en la tierra y genera vida nueva»:
«Con la Encarnación Jesús ha venido a la tierra; pero esto no basta: Él debe también morir, para rescatar a los hombres de la esclavitud del pecado y donarles una vida nueva reconciliada en el amor».
También nosotros sus discípulos estamos llamados a la ley pascual y a la caridad activa
«Este dinamismo del grano de trigo, que se cumple en Jesús, debe realizarse también en nosotros sus discípulos: estamos llamados a hacer nuestra la ley pascual del perder la vida para recibirla nueva y también eterna».
¿Y qué significa perder la vida? Significa pensar menos en sí mismos, en los intereses personales y saber “ver” y salir al encuentro de las necesidades de nuestro prójimo, en especial de los últimos. Cumplir con alegría obras de caridad hacia cuantos sufren en el cuerpo y en el espíritu es el modo más auténtico de vivir el Evangelio, es el cimiento necesario para que nuestras comunidades crezcan en la fraternidad y en la acogida recíproca».
¡Quiero ver a Jesús, pero verlo desde dentro, desde sus llagas…!
Un saludo especial con el recuerdo del Padre Pío y de su peregrinación a Pietrelcina y San Giovanni Rotondo.