(InfoCatólica) Aunque Mons. Rodríguez Magro asegura que tiene «la impresión que, al menos en lo que yo percibo, en general es muy bueno el modo con que se participa en la Eucaristía en nuestras comunidades», advierte que «me disgusta cómo algunos se acercan a comulgar y cómo vuelven a sus asientos, los que han recibido el Cuerpo del Señor. No sé qué sucede, pero, llegado ese momento de la Comunión, hay una especie de desconcierto en el Templo, con lo que se da la impresión de que algunos de los presentes no son conscientes de lo que está sucediendo en ellos, para ellos y también para todos los que participan en la Misa».
En ese sentido, añade que «en lo que se refiere al modo de comulgar, sin que me atreva a juzgar las actitudes interiores, en el modo de poner sus manos o su boca se refleja que aparentemente no valoran adecuadamente la presencia real y sacramental de Jesús en el Pan Eucarístico» y advierte que «es evidente que lo que importan son las actitudes espirituales que adoptamos; pero las formas son también importantes y hay que orientarlas; sobre todo cuando perciben hábitos muy poco correctos y además da la impresión de que muy arraigados».
El obispo exhorta a que, tras comulgar, los fieles se encuentren «con Jesús en intimidad, por eso, es imprescindible el silencio que nos permita un diálogo con él. Ese momento es la gran oportunidad para un encuentro que fortalezca nuestra fe, nos arraigue en la oración y nos oriente en nuestra misión, la que hemos de realizar tras alimentarnos de la Eucaristía».
En ese sentido, don Amadeo señala que «a veces, da la impresión de que en la comunión empieza a acabarse la Misa y de que ya no sucede nada para muchos. Yo propongo que se eduque con unas buenas catequesis mistagógicas a cómo encontrarse con el Señor tras comulgar».
El obispo de Jaén también se dirige a aquellos que «no pueden comulgar, o bien porque no están bien dispuestos, es decir, porque necesitándolo no se han confesado; o bien porque sus circunstancias personales, aunque lo deseen, no les permite acercarse a recibir la Comunión. Para estos el tono espiritual ha de ser el mismo que para los que comulgan».
Por último, Mons. Rodríguez Magro concluye afirmando que le «gustaría que todos os quedéis con esto: cuidemos con mucho esmero la comunión, nos va mucho en cada oportunidad que tengamos de recibir a Jesús: nos va la fortaleza, la autenticidad, la radicalidad de todos los demás aspectos de nuestra vida cristiana».