(ACI) Una reliquia de primer grado de San Juan Pablo II será entronizada este 24 de diciembre en la Catedral de Piura (Perú) en una ceremonia presidida por el Arzobispo local, Mons. José Antonio Eguren Anselmi, a las 11 a.m.
Se trata de un relicario con una pequeña muestra de la sangre que los médicos extrajeron al santo polaco en Roma, durante sus últimos días de enfermedad.
En ese entonces, el personal médico le realizó varias extracciones de sangre para ponerlas a disposición en el Centro de Transfusiones del Hospital Bambino Gesú, en caso San Juan Pablo II necesitara de nuevo una transfusión.
Luego que falleciera en abril de 2005, la muestra de sangre permaneció conservada en pequeñas ampollas. Unas se pusieron a disposición de su entonces secretario particular, Cardenal Stanislaw Dziwisz, y las otras quedaron custodiadas en el Hospital Bambino Gesú.
En ese sentido, conocedor de la devoción que los fieles tumbesinos y piuranos tienen hacia San Juan Pablo II, Mons. Eguren escribió en julio de 2016 una carta al Cardenal Dziwisz, Arzobispo de Cracovia (Polonia), donde acababa de concluir la Jornada Mundial de la Juventud.
En la misiva le solicitó «el envío de una reliquia de primer grado para que puesta en un relicario sea permanentemente mostrada a la veneración de los fieles y de esta manera la intercesión del Papa Santo nos guarde de todo mal, nos renueve siempre en la esperanza cristiana y nos dé aliento para la Nueva Evangelización», informó la arquidiócesis peruana.
Mons. Eguren, Arzobispo de Piura y Tumbes, afirmó que para la Iglesia local «es un gran honor poder contar con esta reliquia que estará permanentemente expuesta para nuestra veneración en la Basílica Catedral, debajo de la Cruz de la Evangelización».
Indicó que la reliquia no solo es para recordar la visita que San Juan Pablo II hizo a Piura el 4 de febrero de 1985, sino para que santo polaco bendiga constantemente a esta ciudad y aliente a los fieles a «tomar parte en los trabajos por una Nueva Evangelización»”.
El Arzobispo recordó que los católicos «veneramos (las reliquias) por la convicción que tenemos de que los santos cristianos, al haber participado en la Resurrección de Cristo, no pueden ser considerados simplemente como muertos».
«Cuando la Iglesia nos invita a venerar los restos mortales de los mártires y de los santos, no olvida que, en definitiva, se trata de pobres partes de cuerpo humano, pero que pertenecían a personas en las que se ha posado la potencia viva de Dios. Las reliquias de los santos son huellas de esa presencia invisible pero real que ilumina las tinieblas del mundo, manifestando el Reino de los Cielos que está dentro de nosotros. En definitiva las reliquias nos conducen a Dios mismo», afirmó.