(CEE) Resumen del discurso del Card. Ricardo Blázquez, Arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, en la apertura de la Asamblea Plenaria de la CEE.
El cardenal Ricardo Blázquez comienza recordando en su discurso de apertura de la Asamblea Plenaria a los obispos que han sido trasladados de diócesis o que han sido nombrados obispos desde la última Asamblea Plenaria.
El discurso se estructura en torno a cinco temas relevantes: la relación hombre y mujer en el contexto de Amoris Laetitia del papa Francisco; la preocupación por Europa; el desarrollo de los acontecimientos en Cataluña; la pastoral educativa; y el anuncio de la Palabra de Dios.
1.- La exhortación Amoris Laetitia del papa Francisco señala dos desafíos planteados por la situación actual: el respeto a la mujer y la reciprocidad entre hombre y mujer. En relación al respeto a la mujer destaca las palabras del Papa sobre la vergonzosa violencia que se ejerce sobre las mujeres, el maltrato familia y distintas formas de esclavitud a las que se ven sometidas, con violencia verbal, física y sexual. Violencia que en nuestro país ha acabado con la muerte de casi medio centenar de mujeres a manos de sus parejas y, en algunos casos, la muerte de hijos e hijas de estas mujeres.
El segundo desafío es el planteado por la ideología de género, que niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y mujer. Al presentar una sociedad sin diferencia de sexo, vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología promueve, a través de leyes y proyectos educativos, una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. Al mismo tiempo, la posibilidad de la procreación humana con independencia de la relación sexual puede hacer del hombre un producto de laboratorio. La capacidad técnica del hombre se ha ampliado inmensamente, pero exige sabiduría para no conculcar los límites de la dignidad del hombre. El fundamento de la dignidad y de la vocación propia del ser humano reside en el hecho de haber sido creado a imagen de Dios.
La igualdad como imagen de Dios, como personas, incluye inseparablemente la diferencia de varón y mujer. Por ser iguales en dignidad nadie debe ser ni privilegiado ni postergado. La diferencia está ordenada a la complementariedad y no a la discriminación. La sexualidad humana, que comprende las dimensiones corporal, espiritual y corporal, tiende a la mutua plenitud y a la transmisión de la vida.
2.- En relación a Europa, desde hace años la Iglesia viene expresando amor y preocupación. Además de las dos asambleas especiales del Sínodo de los obispos dedicadas a Europa, los papas se han referido a la situación de Europa como un reto que desafía como ciudadanos y como cristianos. Europa no es sólo una tierra, es una tarea espiritual, que precisa de la contribución cristiana para el futuro del proyecto europeo.
La Europa de la que formamos parte es un ámbito propio de nuestro quehacer pastoral ya que muchas cuestiones de fe e increencia, de Iglesia y sociedad, se plantean de manera similar para todos y unidos debemos buscar la respuesta. La perspectiva europea se debe incorporar a las reflexiones y el ministerio de la Iglesia. La preocupación eclesial por Europa tiene su origen en el olvido de su historia, en el secularismo y el consiguiente olvido de Dios, y en su cansancio y envejecimiento. Es momento de redescubrir sus orígenes, avivar las raíces, revivir los valores auténticos: Dios no es el antagonista del hombre ni enemigo de su libertad. Sin la luz de Dios, la oscuridad sobreviene a la humanidad. El reconocimiento de Dios garantiza la vida del hombre. En la construcción europea, la herencia de Atenas y Roma fue recibida, asimilada, compartida y trasmitida por la Iglesia. El sentido de la persona, formada a imagen de Dios, es quizá la mayor aportación que podemos hacer a Europa. Ver en el otro ante todo a una persona comporta reconocer lo que me une a él; y este reconocimiento nos hacer ser comunidad.
3.- En relación a Cataluña, el desarrollo de los acontecimientos vividos en los últimos meses preocupaba de manera creciente. La Declaración Unilateral de Independencia significó la ruptura del orden constitucional que los españoles se dieron hace cuarenta años. Es un hecho grave y perturbador de la convivencia. La Constitución nació con la aspiración de configurar un marco general de libertad y respeto en el que todos caben.
La Iglesia, que colaboró eficazmente en la Transición política, aunque esto no siempre sea reconocido, desea cumplir su misión de reconciliación y pacificación. El ministerio de los obispos y presbíteros está al servicio de la comunión eclesial y de la convivencia pacífica de los ciudadanos. Su renuncia a la militancia política favorece que nadie se considere extraño a la comunidad cristiana por sus opciones legítimas.
El orden constitucional es un bien común. La normalización de la vida social supone y exige el respeto de la ley. Además se requiere el esfuerzo de todo para que las relaciones sociales, eclesiales y familiares sean renovadas por el respeto a la libertad de todos, la mutua confianza y la concordia serena.
4.- En cuanto a la pastoral educativa, la Iglesia no aspira a privilegio, reclama la libertad religiosa con las otras confesiones religiosas. La aconfesionalidad del Estado significa que el Estado no profesa ninguna confesión religiosa, pero los ciudadanos pueden vivir según sus propias confesiones religiosas. El Estado debe proteger el derecho a la libertad religiosa y a la libertad educativa que incluye el derecho de los padres a la educación de sus hijos conforme a sus convicciones, como ampara nuestra Constitución y las grandes Declaraciones del Derecho Internacional.
La contribución de la Iglesia al bien común de la sociedad es la labor evangelizadora, que encuentra en la pastoral educativa, uno de sus cauces más importantes e irrenunciables y una de sus tareas más significativas.
5.- En continuidad con el Plan Pastoral, la Asamblea Plenaria se centra también en la atención y difusión de la Palabra de Dios. El proyecto de creación de un Departamento de Pastoral Bíblica buscará fomentar el mejor conocimiento de la Sagrada Escritura y la creación de grupos bíblicos y de animadores litúrgicos, que sigan el método de la lectio divina y anuncien a Jesucristo, en la vida ordinaria, con hechos y palabras.