(InfoCatólica) El arzobispo recuerda que «quisimos darnos los españoles una oportunidad hace cuatro décadas construyendo un proyecto común, haciendo de nuestras diferencias lingüísticas, históricas y culturales, no un arma arrojadiza injusta y violenta, sino un modo de complementarnos mutuamente».
El prelado asegura que «fue un marco legal de convivencia que supuso acercamiento, limar diferencias, escribir una memoria histórica respetable no tanto mirando hacia atrás cuyas heridas queríamos suturar, sino hacia delante, construyendo juntos un futuro mejor en la concordia desde nuestra rica pluralidad».
Por eso, añade:
«Romper este marco unilateralmente, cizañarlo con la insidia que enfrenta y divide, falsear con la mentira sus trucadas alternativas, engañar con vileza a un pueblo para hacerle cómplice de una inconfesada deriva… todo eso no sólo atenta contra el Estado de Derecho y mina la convivencia, como nos ha recordado su Majestad el Rey Felipe en su mensaje valiente y oportuno, sino que es profundamente inmoral. Además de ser una cuestión delictiva, política y penalmente hablando, es también un pecado inmoral reprobable».
Mons. Sanz Montes describe a los golpistas secesionistas:
«Ladrones de guante blanco y corrupción evadida que acusan a España de robarles; amotinadores en un Estado de derecho que exigen se les respete las leyes que ellos mismos se cocinan; fautores de una independencia impuesta desde el fragmento de su minoría a toda una mayoría que impunemente desprecian; maestros de la manipulación mediática y la mentira auto-victimándose con propaganda nociva para completar el engaño; artífices de una ruptura de cinco siglos de convivencia mutua y de cuarenta años recientes de democracia, quizás para luego amnistiar legalmente sus vergüenzas y dinamitar España y Europa con sus praxis antisistema».
Por último, el prelado recuerda que «al diálogo nos invita el Papa Francisco, como también hicimos los obispos españoles recientemente. Pero no un diálogo buenista y vacuo, sino el que abre honestamente mi palabra al matiz de otras palabras hermanas, con justicia y buscando el bien común de todos. Un diálogo que respeta las personas y las leyes que nos hemos dado para que no haya trampa en una convivencia fraterna que no tiene como precio el chantaje».