(Agencia SIC/InfoCatólica) Para conocer de primera mano la situación durante la crisis en Venezuela, el Servicio de Información Católica (SIC) realizó una entrevista al padre Javier Serna, sacerdote español que vivió 34 años en el país y regresó hace tres meses a España.
Introducción
Actualmente Venezuela se enfrenta a una de las mayores crisis económicas, derivada de su situación política. Un conflicto que se refleja en numerosas protestas que han causado la muerte a más de 120 personas y en el que la falta de libertad ha llevado a la cárcel a numerosos políticos de la oposición. Para conocer un poco más la situación que atraviesa este país hablamos con el sacerdote navarro Javier Serna.
Pero antes de hablar de Venezuela, cuéntenos un poco sobre tu vida.
Nací en Pamplona el 2 de agosto de hace 53 años. Soy el menor de 3 hermanos. Estudié en el colegio de los Maristas de Pamplona y de ahí pasé al Seminario de Artziniega, en Álava. Pasé después al Seminario Mayor en Miranda del Ebro y al noviciado en Venta de Baños. Allí hice los votos temporales y me tocó, por sorteo, ir a Venezuela, donde he estado 34 años, hasta hace tres meses que volví a Pamplona por motivos familiares. Hace 15 años tuve una llamada muy fuerte al sacerdocio y después de unos retiros me ordené sacerdote de la diócesis de Punto Fijo, que es a la que pertenecía en Venezuela.
¿Tiene ganas de regresar a Venezuela?
Me volví a Pamplona porque mis padres están ya mayores, con 83 años, y mi padre está un poco delicado y me pedían que viniera. Justo ha coincidido que me venía con toda la crisis de Venezuela. Tuve suerte y pude sacarme el pasaporte de milagro y salir de allí el 15 de mayo. Ahora tengo mi corazón dividido, pero quiero volver. Mi idea es regresar, pero será lo que Dios quiera.
¿Qué labores desempeñaba allí?
Toda mi vida he trabajado con los hermanos de docente: formación religiosa y mi especialidad: Biología y Química. Me he dedicado a impartir esas materias y también ayudaba a formarse a las personas sin estudios, para que se sacaran los estudios básicos. He trabajado como animador en la Pastoral Vocacional y en la Pastoral Universitaria, pero sobre todo he realizado el trabajo de las parroquias, que es muy intenso.
¿Cómo es la situación en Venezuela? ¿Es realmente como sale en los medios de comunicación?
La realidad es inimaginable. No se puede creer como un país con una riqueza inmensa, en todos los aspectos, ha llegado a la desidia total y absoluta. El Gobierno, ya desde la época de Chávez, fabricó una ideología de confrontación y de facilismo, donde todo era regalado, donde no hacía falta trabajar porque el Gobierno te lo daba todo. Llegó un momento en el que el precio del barril de petróleo se vino abajo y las importaciones cayeron y empezó la falta de alimentos y la falta de medicamentos. A día de hoy, es un país con una inseguridad terrible, sin alimentos, sin medicinas, sin agua. No puedes salir de casa porque te roban. A mí me robaron infinitas veces dentro de la parroquia. No puedes tener nada. Hay una dejadez y una desidia tremenda. Pero lo peor de todo, es que los que más sufren son los que menos posibilidades tienen. Hay muchas muertes, los homicidios han aumentado muchísimo, al igual que los robos. En los hospitales la gente se muere por falta de medicamentos básicos. Conseguir comida es una odisea. Casi todas las parroquias se han organizado para que, por lo menos, se reparta un plato de comida que contenga algo de proteína una vez a la semana. En mi parroquia dábamos los domingos 300 sopas y cada vez iba a más.
Los medios de comunicación hablan de lo que pasa en las calles, cuando hay manifestaciones, etc., pero a nivel personal la situación es terrible y eso no se cuenta. He visto morir niños recién nacidos por falta de medicinas. Antes de venirme a Navarra tenía semanalmente en la parroquia 4 ó 5 muertos de personas mayores por falta de medicamentos para la hipertensión o para la diabetes. Los niños no tienen pañales, no hay fórmulas lácteas. Ya no hay tratamientos contra el cáncer, ni diálisis… no hay nada, la gente muere por no tener lo básico.
Los animales, las mascotas han muerto o han sido sacrificados. ¡Si no hay alimento para las personas como se va a alimentar a los pollos, a los perros!
¿Cuál diría usted que es el principal problemas del país?
El principal problema es que la gente se ha quedado sin esperanza, salvo los jóvenes que son los únicos que han reaccionado contra el Gobierno. Si no hay alimentos, no hay suministro eléctrico, si no hay medicación no hacen nada para evitarlo. Lo han asumido, han caído en la desesperanza. La situación es de mucho dolor y lo más triste y lamentable es que aun hay algún sacerdote y religioso que apoya este proceso.
¿Qué papel está jugando la Iglesia en todo este proceso?
Por fin la Iglesia ha sido muy crítica y está en total oposición a las directrices que está tomando el Gobierno. La Iglesia está promoviendo la ayuda a la gente que es la que sufre. No hemos podido, ni siquiera a través de Cáritas, recibir ayuda humanitaria, ya que el Gobierno no ha querido y si ha llegado algo lo ha incautado. Lo que pasa ahora es que si mandas algo no sabes si va a llegar o no le va a llegar a la gente, porque la mitad de las cosas se las queda el Gobierno.
Se está criticando mucho al Papa Francisco por no posicionarse claramente en el conflicto de Venezuela. ¿Qué opina al respecto?
Yo creo que el Papa Francisco ha sido claro desde el principio. Cuando tienen que hablar sobre cualquier conflicto lo hace claramente. Y con Venezuela también lo hizo a través del Nuncio en este país. Lo que pasa es que en Venezuela los medios de comunicación dicen lo que quieren, ya que pertenecen al Gobierno. Y las noticias que podíamos leer a través de internet han desaparecido porque las han cortado. No hay libertad para hablar. Recuerdo un día, durante una homilía, que dije que la gente pasaba hambre y, en medio de la celebración, un chavista se levantó y empezó a gritar que él había venido a buscar paz a la Iglesia y se había encontrado con un sermón de política. ¡Y lo único que dije es que no había medicinas y comida y que había que unirse para tratar de ayudar a la gente! El Papa lo ha dicho con Venezuela, pero el Gobierno no quiere reconocerlo.
¿Ve una solución al problema que atraviesa Venezuela?
Ahora con la Constituyente la situación ha empeorado, se ha radicalizado totalmente el alineamiento. Según dicen, Cuba es el país que está manejando las directrices de Venezuela. Yo me temo que si eso es así, la radicalidad ante las protestas de la calle va a ser muchísimo mayor que ahora. Al final, o esto termina en una guerra civil o revienta por algún lado.
La inmensa mayoría de la sociedad no apoya al Gobierno de Maduro, pero hay alguno que sigue apoyando porque reciben alimentos, o recibe algún beneficio. Son especialmente altos cargos, militares, etc. No les dejan de apoyar porque si no se quedan sin sueldo y sin esos beneficios de los que disfrutan mientras los demás se mueren de hambre. Hay un chantaje absoluto por parte del Gobierno. Ahora, por ejemplo, ha dicho que va a cerrar los dos únicos canales de televisión que quedan porque no dicen lo que ellos quieren oír.
Venezuela es un país de gracia, es un país maravilloso, en el que la gente tiene mucha fe, se trabaja muy bien la pastoral, la gente tiene hambre de Dios y de justicia y no podemos dejarles solos. Hay que apoyar, hay que denunciar y decir que esto no tiene justificación. Hay que entender que el Gobierno no va a salir de esto hasta que no haya una presión mundial detrás, porque tienen tantos crímenes a sus espaldas, hay tanto en contra de los derechos humanos, desde Maduro se han producido tantas muertes que se podían haber evitado a nivel médico… El Gobierno no da estadísticas pero no es normal que el índice de niños recién nacidos muertos sea tan elevado. En cualquier país europeo pasa eso y ruedan cabezas, pero en Venezuela no pasa nada.
A mí me da la risa cuando les oigo decir que está trabajando por los pobres, por la igualdad… En Venezuela hay muchos intereses políticos y económicos. Es el país del mundo con mayor número de reservas de petróleo y de gas, es inmensamente rico en aluminio, en oro, etc., pero las explotaciones son desordenadas, la selva está destruyéndose como nunca. Los indígenas sufren terriblemente porque no hay control sobre vertidos en ríos, en agua potabilizada. Es la desidia total. No hay control de nada y quienes hacen lo que les da la gana es la Guardia Nacional, que son los dueños de todo. Esta situación tienen que reventar, pero los católicos no podemos dejar a Venezuela sola, tenemos que orar y pedir porque el único que puede hacer algo en todo esto es Dios.
¿Cómo ve que en España haya partidos que apoyan, de alguna manera, a este gobierno de Venezuela?
Lo hacen porque indudablemente han sido untados por Chávez. Eso lo sabemos allá desde hace tiempo. Podemos es un partido que ha sido financiado por Chávez, nació gracias a él. Igual que Chávez financió la mayoría de los gobiernos de Latinoamérica que ahora han caído. Chávez lo que quería era una ideología que él llamaba «socialismo del siglo XXI», que no solamente estuviera en América Latina, sino que también tuviera redes en Europa. Es más fácil hacerlo con España, porque es un país con el que siempre han tenido buenas relaciones, especialmente en la época de los Socialistas, por eso Zapatero ahora está allí. Venezuela era un bastión para los etarras, era un lugar donde podían refugiarse y, a día de hoy, siguen estando allí.
¿Cómo es el tema de las vocaciones en Venezuela?
A nivel de sacerdotes hay más vocaciones que aquí, las parroquias están siempre llenas, hay un resurgimiento de vocaciones religiosas. Hay cosas que aquí son impensables, como por ejemplo tener 10 grupos de la Legión de María Juvenil, que es algo que aquí ya ha desaparecido. La Iglesia tienen mucho peso y mucha credibilidad entre la población.
¿Cómo está siendo su llegada a Navarra?
Aquí sigo siendo misionero, porque me encuentro en una misión. Hay que tratar a la gente desde la óptica de Dios. Veo que la gente está muy escaldada frente a las cosas de la Iglesia. Hay una Iglesia muy acomodada y avejentada, una iglesia sin ilusión. Yo pienso que el Espíritu Santo, mientras uno confíe y trabaje, ayudará. Hay cosas que yo no comparto, ahora hay que dialogar, hay que estar con la gente, hay que acompañar, no hay que ser impositivo, hay que animar y hay que sonreír. Pero hay pastorales que no tienen nada que ver con el Evangelio, como la «pastoral del bar», a la que ciertas personas me animaban a practicar. A mí eso no me gusta, eso no nos corresponde a nosotros. Actualmente estoy en la unidad parroquial de Lumbier llevando 15 parroquias y estoy muy contento.