(El Mundo/InfoCatólica) Fue cura de pueblo, estudiante en Pamplona, profesor en Salamanca y ahora es secretario general de la Conferencia Episcopal. Y siempre hace examen de conciencia antes de dormir. Se acusa de pereza, algún pronto malo, desorden... Nada escandaloso, la verdad
El mundo se divide entre quienes dan un apretón de manos fuerte y rotundo y quienes optan por la modalidad meliflua y blandengue. José María Gil Tamayo, secretario general de la Conferencia Episcopal, pertenece claramente a la primera categoría. Este sacerdote nacido hace 60 años en Zalamea de la Serena (Badajoz) y licenciado en Periodismo, también llegaría lejos en un concurso de sonrisas.
P: ¿Los curas veranean?
Sí, cogemos unos días de descanso. Pero cada vez se pone más difícil, sobre todo para quienes tienen que atender varias parroquias o están en pueblos que en agosto se llenan de gente. El cura es cura a tiempo completo, y como cada vez hay menos, tienen siempre más trabajo.
P: ¿Van a la playa?
Sí, los curas vamos a la playa, si podemos, claro. Nos gusta bañarnos, cómo a todo el mundo. Por lo general, lo que hacemos es ir a residencias o casas sacerdotales en lugares marítimos. Yo, cuando era más joven, me ponía en contacto con algún sacerdote de la costa. Contacté con uno en Algeciras, donde me tocó hacer la mili, para sustituirle 15 días y así poder tener un tiempo de playa sin dejar de tener actividad parroquial.
P: ¿Y en la playa tienen algún código de vestimenta?
Pues no.
P: ¿Qué le parece el burkini?
Hay que respetar la libertad religiosa, así que me parece bien. Hay una limitación en nuestra Constitución a la libertad religiosa, y es cuando ésta afecte al orden público. Pero, excepto en esos casos, se debe respetar. Por lo demás, la capacidad de extrañamiento creo que la perdimos hace ya tiempo.
P: El Papa Francisco tuvo una novia antes de ser ordenado. ¿Usted se ha enamorado alguna vez?
Bueno, como todo el mundo tuve mis cosas durante la adolescencia, que es cuando empiezas a fijarte en las chicas. Pero fueron cosas pasajeras... De pequeño fui a un colegio público en el pueblo, un colegio mixto, donde estábamos con chicas. Luego fui a un internado y allí, mira por dónde, en plena adolescencia hice unos ejercicios espirituales, sentí la llamada de Dios y me fui al seminario.
P: ¿Ha tenido crisis de fe?
Más que crisis de fe, te entran dudas en los momentos difíciles. Hay momentos de dolor, de sufrimiento, de muertes inesperadas, de accidentes, de situaciones difíciles en los que uno se pregunta: "Señor, ¿por qué?". Pero es algo normal. Incluso el propio Jesús, en el momento de la cruz, decía: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".
P: ¿Nunca ha sentido la tentación de colgar los hábitos?
No, nunca. Pero no por méritos propios: el Señor me ha dado esa fuerza. He tenido, eso sí, momentos de sequedad, de dificultad, de incomprensión. Pero gracias a Dios siempre se ha mantenido encendida la llama. Las crisis fortalecen, y más si compartes las dudas con quienes tienes cerca.
P: ¿Antes de dormirse hace usted examen de conciencia?
Sí. Me hago siempre tres preguntas. La primera es ¿qué he hecho mal? y, como en el fútbol, repaso con una especie de moviola mis malas jugadas y pido perdón a Dios. Luego me pregunto qué he hecho bien, no para aplaudirme sino para dar gracias a Dios. Sólo son unos flashes, para no alimentar la soberbia, que dicen que es tan fuerte que 24 horas después de muerto sigue intacta. Y por último, me pregunto qué puedo hacer mejor, pero no cosas genéricas sino concretas.
P:¿Y de qué se acusa usted?
Me acuso de ser desordenado, de tener a veces prontos y arranques, de ser perezoso en ocasiones, de enfadarme y albergar en algunos momentos resentimientos... Pero hay tentaciones que no tengo por la vida que he decidido vivir. Me gustan por ejemplo mucho las motos y los coches y se me van los ojos detrás de ellos pero, como dice un amigo mío que también es sacerdote, cualquiera se compra un coche nuevo con este Papa.
P: Podemos ha adoptado el morado obispal como su color.
No creo que lo hayan escogido por ser el color de la cuaresma, la verdad. Pero le recuerdo que el morado también es el color de los difuntos.
P:¿Le vendrían bien a Pablo Iglesias hacer unos ejercicios espirituales?
No lo sé, allá cada uno con su conciencia. Pero Unamuno decía que siempre es bueno lo que él llamaba el adentramiento y Pablo Iglesias, un intelectual, un hombre de estudios, lo sabrá.
P: Dios lo perdona siempre todo, repite el Papa. ¿Usted también?
Yo sí, lo perdono todo. Perdonar nos libera.
P: ¿Perdona incluso a quien entra en una capilla con los pechos al aire profiriendo insultos contra Jesucristo, el Papa y la Conferencia Episcopal?
Si le perdona Dios, cómo no voy a perdonar yo. Pero perdonar no significa justificar. Hay que ser comprensivo con las personas, pero intransigente con las ideas que no llevan al bien.
P: ¿Hay muchos curas aún que viven como curas?
Muy pocos. Yo de hecho no conozco a ninguno. Y lo digo con sinceridad. Pertenezco a una generación en la que ser sacerdote es algo contracorriente, de hecho tenemos que explicar constantemente por qué somos curas. Los curas ganan un sueldo de mileurista. Vivimos con sobriedad.
P: Tenemos dos papas, dos reyes... ¿Cuántos dioses hay?
Un solo Dios.
P: ¿Entonces el Dios de los cristianos es el mismo que el de los musulmanes, el de los hindúes y el de los budistas?
Hay un solo Dios. Punto.