(EP) «Excomulgar a estas personas es una pena medicinal. El Papa dice que la corrupción es una enfermedad de la que hay que curarse. La enfermedad es grave y es necesaria una medicina pesada. También es necesario prohibir los funerales religiosos o que los mafiosos no puedan hacer de padrinos de bautizo o en los matrimonios», ha destacado.
Mons. Pennisi hace estas afirmaciones en una entrevista con Europa Press tras ser uno de los principales impulsores de la propuesta para aprobar un decreto que excomulgue a mafiosos y corruptos a nivel universal en la Iglesia Católica. Así consta en las conclusiones del primer 'Debate internacional sobre la corrupción', celebrado en el Vaticano el pasado día 15 de junio, en el que participaron 50 jueces antimafia, obispos, víctimas, periodistas e intelectuales de diversos países del mundo.
El papa Francisco ya se había expresado en estos términos durante su viaje a Calabria en 2014, en relación a la 'Ndrangheta calabresa', a la que definió como «adoración del mal» y acusó de despreciar el bien común, para asegurar que los miembros de ese tipo de grupos violentos están «excomulgados».
«Se trata de una propuesta de aplicar la excomunión de la Iglesia católica a aquellas personas que se han manchado de delitos de mafia pero no solo a nivel italiano, donde ya está vigente en Sicilia y Calabria, sino en todo el mundo», ha expuesto tres años después el obispo siciliano.
Además, también se ha propuesto que se extienda la expulsión de la Iglesia católica a los corruptos, que según Pennisi, deber ser entendida «bajo la misma óptica del Papa Francisco, es decir, no solo un estado de pecado sino un acto del que no se arrepiente». También ha recalcado la importancia de que sea universal. «No existe sólo la mafia en Sicilia, la Camorra en Nápoles o la Ndrangheta en Calabria. Existen también los carteles de narcotraficantes en México, la mafia rusa», ha añadido.
Decreto universal
Para el obispo católico es necesario que se apruebe un decreto universal por parte de la Santa Sede porque podría influir en las dinámicas mafiosas. «Vivimos en una sociedad secularizada y quizá la excomunión puede ser vista como algo secundario. Para algunos, que la Iglesia se pronuncie sobre este tema cuenta poco, pero muchas personas que se declaran cristianas o católicas y van a misa los domingos son mafiosas o corruptas. Ahí se crea un problema de conciencia grave. Deben escoger entre la vida mafiosa o la católica porque son excluyentes», ha señalado. Así, ha reiterado que «no pueden autoproclamarse católicos o cristianos y continuar siendo corruptos o mafiosos».
«En Sicilia y Calabria la religión está muy presente como también lo está en América Latina, sobre todo en relación a la piedad popular. Y estas personas mafiosas o corruptas suelen participar en las procesiones religiosas o van a los santuarios», ha explicado. En esta línea, ha valorado el acto del Pontífice como un hito «importante para condenar la mafia y la corrupción como males absolutos».
Arrepentirse implica pedir perdón y reparar el daño
Pennisi ha destacado a su vez que para que se revoque la excomunión es necesario un arrepentimiento real. «Uno se convierte no solo de manera íntima, sino que trata de reparar el daño causado, restituir el dinero y pedir perdón a sus víctimas. Entonces podría existir el perdón», ha dicho.
En todo caso, todavía debe aprobarse un texto concreto de la propuesta, para la que se desconoce aún la fecha de aprobación. En primer lugar, debe ser enviado a cada uno de las personas que han participado en el Convenio para ver si hay alguna objeción. Un vez aprobado por todos, el texto debe ser enviado por el Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el cardenal Peter Turkson, al Santo Padre.
Además, deberán ser consultados los órganos de la Santa Sede competentes en materia legislativa, como la Penitencieria Apostólica, el departamento que interviene en los textos legislativos de la Iglesia católica, o la Congregación para la Doctrina de la Fe, el instrumento colegiado de la Santa Sede cuya función es custodiar la correcta doctrina católica en la Iglesia.