(Arch. Toledo) Mons. Pablo Colino (Pamplona, 1934) es canónigo y maestro de Capilla emérito de la basílica de San Pedro del Vaticano.
El pasado fin de semana ha visitado Toledo para ofrecer un concierto con el Coro Filarmónico Vaticano a beneficio de «Proyecto Mater» en la víspera de la solemnidad del Corpus Christi.
Se trata de la cuarta vez que visita Toledo y donde él mismo manifiesta que siempre se lleva muy buena impresión.
Atiende a la delegación de medios de comunicación tras concluir el concierto en la toledana Iglesia de los Jesuitas donde obtenía una cerrada ovación del público asistente.
- ¿Cómo resumiría todos estos años dedicados a la música y qué han supuesto para Vd?
Este año cumplo 60 años de vida romana. Llegué a Roma en septiembre del año 1957. Tras mi ordenación sacerdotal en San Sebastián marché a la capital italiana y han sido años dedicados a la música, años felices por completo.
A la música me he dedicado por completo, no perdiendo ni un solo minuto; he estudiado todos los aspectos de la música, siendo el principal el de la música sagrada. No me he dedicado a la música como cualquier cosa bonita, sino como lo que ha sido: mi misión y mi vida.
.- ¿Qué aspectos más importantes se pueden subrayar de su dilatada dedicación musical?
Por un lado el estudio profundo e intenso. He estudiado muchísimo desde los comienzos de mi años en Roma a la que llegué con 23 años. Mi primer lugar de residencia fue el Colegio Español donde me nombraron prefecto de música de todos los alumnos a los que dediqué lo mejor de la música sacra. A continuación llegaría el nombramiento de maestro de capilla de la basílica de San Pedro y ha sido un trabajo precioso.
Había otro aspecto que me apasionaba y era la educación musical de los niños y de los jóvenes. Durante estos 60 años de estancia romana he llegado a tener 20.000 alumnos. Como fruto de este trabajo puedo contar que no hay día en que salga por las calles de la capital de Italia en el que no me encuentre con algún exalumno.
He tenido posibilidad de tener alumnos jóvenes y adultos en distintos coros.
Con este coro filarmónico que hoy me acompaña he podido dar la vuelta al mundo visitando la mayoría de países europeos y llegando a Rusia o los Estados Unidos.
- ¿Cuál es su consejo para los que se dedican a la música sacra?
El primer consejo va dirigido a los sacerdotes músicos para que profundicen en ella y se dediquen con plenitud. Cuando se estudia la música profundamente nos encontramos con una disciplina matemática.
Considero que la música es el mejor modo de educar a las juventudes.
A veces les digo a los sacerdotes músicos que para mí la música es el «octavo sacramento» porque al igual que, a través de los sacramentos logramos nuestra propia salvación y perfección por medio de la gracia de Dios, por medio de la música se trasmite el mensaje de la salvación y se puede llegar a ser educadores de muchedumbres y sobre todo: por medio de la música se puede llegar a ser un conducto de salvación, un conducto de la gracia de Dios.
El segundo consejo es para todos los que se dedican a la música sagrada: que la estudien con profundidad, que la amen y que se dediquen a enseñarla con disciplina y con gusto.
- ¿Cuál sería la clave para llegar a ser excelentes en el ámbito musical?
El estudio y la dedicación. Si uno está bien formado no hay que preocuparse. Pablo VI había dicho que el verdadero profeta (y el que enseña música también lo es) no es el que rebaja su mensaje creyendo que hace algo a la altura del pueblo sino que el verdadero profeta es el que levanta al pueblo. No creamos que por rebajar el mensaje hacemos algo positivo sino al contrario.
- No es la primera vez que Vd. visita esta diócesis. ¿Qué impresión se lleva en esta ocasión?
Mi impresión es muy buena. Don Braulio me ha pedido muchas veces que ofrezca conciertos en Toledo y me insiste en el siguiente aspecto: «porque con tu mensaje musical haces mucho bien».