(ACI Prensa) En diálogo con ACI Prensa, el Prelado se refirió al hecho de que «cada tanto aparecen noticias de imágenes de la Virgen María, de las que se dice que lloran incluso lágrimas de sangre».
Si bien afirmó que «no me ha parecido oportuno citar en concreto experiencias de fraude», Mons. Buenanueva cuestionó el hecho de «que estos u otros fenómenos extravagantes, aparecen una y otra vez, con cierta frecuencia. ¿Qué pensar de ellos? ¿Cómo valorarlos a la luz de nuestra fe católica?».
Vírgenes que lloran. El 99,99 % son fraude y/o autoengaño. ¿Tenemos una imagen tan pobre de María y su misión? Más Evangelio, por favor.
— Sergio Buenanueva (@sbuenanueva) 7 de abril de 2017
El Obispo explicó que «la Iglesia no rechaza, de plano, la posibilidad de manifestaciones extraordinarias de nuestro Dios», sin embargo, precisó, en la mayoría de los casos «se trata de experiencias de autoengaño o sencillamente de fraude».
«La intervención más fuerte, decisiva y definitiva de Dios en la historia es la encarnación y la Pascua de Jesucristo. Todo está allí, y no tenemos que buscar nada más», afirmó.
Por otra parte, en algunos casos, explicó el Prelado, se puede apreciar «un sabor poco evangélico que desdibujan la misión que María tiene en el plan de salvación de nuestro Dios: discípula perfecta de Cristo, madre del Salvador y modelo de la Iglesia que camina en la fe».
«Parecen darle prioridad a los detalles más fantásticos y extravagantes, acercando peligrosamente la manifestación de Dios a un espectáculo profano más cercano a la magia o la manipulación emocional que al signo evangélico del amor de Dios, tal como lo conocemos por los evangelios», advirtió.
Además, la sospecha de fraude aumenta cuando «en muchos de estos casos, los supuestos videntes se permiten un creciente protagonismo que los pone en el centro de la atención, compitiendo, en algunos casos, con autoridad con los pastores de la Iglesia».
Ante estos casos extravagantes, Mons. Buenanueva sostuvo que la Iglesia «nos ofrece un criterio de discernimiento infalible: la persona del mismo vidente, que vive el Evangelio con sencillez, en el ocultamiento y en la humilde obediencia a los legítimos pastores de la Iglesia».
«Todo lo cual es ratificado por frutos de genuina conversión y vida cristiana», agregó.
En cuanto a María, concluyó el Obispo, ella «nos sigue orientando hacia Cristo y repitiendo, como en Caná, aquel: ‘Hagan todo lo que Él les diga’. Esto es lo fundamental».
Mons. Buenanueva hizo referencia a los grandes santuarios marianos del mundo como Guadalupe en México, Fátima en Portugal y Lourdes en Francia, y aseguró que ellos «custodian manifestaciones de María que no han dicho nada nuevo respecto a lo que dice el Evangelio».
«En Fátima, las palabras claves de Nuestra Señora a los tres niños, María las ha tomado de los labios de Jesús: oración y penitencia. Ella no conoce otras palabras para decirnos que las del Evangelio», dijo el Obispo.