(Enraizados) En el acto intervinieron Mons. Nicolaos Matti Abd Alahad, de Siria; un sacerdote chino; un cristiano de Nigeria que tuvo que huir después de que los islamistas mataran a su hermana y se recrudeciera la violencia contra los cristianos; y finalmente, una cristiana de Singapur perseguida por su familia musulmana.
Cerró la conferencia Mons. Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid, quien afirmó que no se puede ser cristiano sin llevar la cruz y recordando palabras del Papa Francisco que «la persecución es el estado natural de la Iglesia». El obispo recordó que en el siglo XX hubo miles de mártires tanto en España como en el resto de Europa y que ahora los hay en África y Asia. Asimismo denunció que la diferencia es que los mártires del siglo XX en muchos casos fueron perseguidos por el Estado que debía protegerles (refiriéndose a los casos de España, Rusia, Alemania y otros). Asimismo denunció el intento del Estado de convertirse en un dios a quien los cristianos no pueden servir, por lo que serán perseguidos.
Monseñor Matti explicó que, en Siria, antes de la guerra, un 11% de la población era cristiana; ahora solo queda el 6%, pero «aunque destruyeron las iglesias la gente sigue orando». En este país, al menos dos arzobispos están secuestrados, además de varios sacerdotes y religiosas.
En China, la persecución que existe es más a nivel político, según confirmó un sacerdote de ese país «Controlan todo en la Iglesia, incluso graban las misas y las homilías», afirmó. El sacerdote fue tajante al considerar que no existirá libertad religiosa en el país asiático «mientras existan dos iglesias» (la «patriótica», del gobierno comunista, y la clandestina, fiel al Papa). En este país han desaparecido varios laicos comprometidos, sacerdotes y obispos. Además, muchos cristianos chinos han emigrado a España obligados por la política de hijo único de su tierra.
Por su parte, un cristiano de Nigeria compartió su testimonio de conversión en medio de una sociedad musulmana. Un grupo rebelde musulmán le pidió que se uniera a sus actividades. Para probar su fe, le exigió que quemara una iglesia. Finalmente, no lo hizo y poco después los islamistas mataron a su hermana gemela. Por ello, huyó a Singapur. Allí conoció a su esposa, proveniente de una familia musulmana. Cuando sus parientes supieron que ambos profesaban la fe cristiana, fueron golpeados y amenazados. Ahora por fin pueden vivir libres en España, ayudados entre otras asociaciones por Enraizados y el OLRC.
Los asistentes coincidieron en que los testimonios habían sido muy conmovedores y les ayudan a estar más cercanos a la iglesia perseguida y a rezar por ella. Según José Castro Velarde, presidente de Enraizados, «la Asociación Enraizados prestará todo su apoyo a los cristianos perseguidos en el siglo XXI denunciando su situación tanto en España como en organismos internacionales como la ONU y la UE. Existe una pasiva actitud de nuestros Gobiernos que debe finalizar de forma urgente».