(Religión Confidencial) La Fundación Jérôme Lejeune ha editado un manual titulado “Bioética al final de la Vida” en el que se abordan de forma accesible problemas de bioética que suscitan la eutanasia y sus tipos, definición de muerte, coma, estado vegetativo persistente, cuidados paliativos, etc. Todo ello desde la perspectiva de la medicina, de la ética y el derecho, para aclarar al lector (familias y personal médico) conceptos que orienten a la hora de tomar decisiones sobre la persona moribunda, para que sea tratada siempre y en todo momento con la dignidad que le corresponde.
La guía consta de cuatro capítulos: ética, medicina, derecho y Soluciones. Entre algunos dilemas que aclara, advierte por ejemplo que la eutanasia se puede provocar intencionalmente, al administrar conscientemente una dosis letal de un producto para provocar la muerte (esto incluye la sobredosis voluntaria de calmantes prescritos en dosis mortales para acelerar la muerte» del enfermo).
También se puede provocar por omisión, que consiste en no dar a un enfermo un cuidado normalmente debido, con el fin de provocar intencionadamente su muerte, por ejemplo interrumpir los medios de apoyo vitales (alimentación, oxígeno, respirador, hidratación, etc.). La eutanasia por omisión se distingue del rechazo del encarnizamiento terapéutico, es decir, del uso de tratamientos desproporcionados para evitar la muerte La obstinación terapéutica constituye una mala práctica médica.
Este manual explica asimismo, cuando es ético desistir de un esfuerzo terapéutico, por ejemplo, renunciar a comenzar una nueva quimioterapia cuando se está al final de la vida sin posibilidad de éxito o dejar de seguir la reanimación de un enfermo en coma severo con técnicas de suplencia vital cuando, después de un plazo suficiente, parece que las posibilidades de sobrevivir de la persona son prácticamente nulas.
Cuidados paliativos
«En nuestros días, si se recurre a un equipo competente, es posible aliviar eficazmente la mayor parte de los dolores físicos. Si no hay ningún otro medio, siempre puede sedarse a una persona que sufre para pasar una fase difícil», resalta la guía.
Los autores ponen de manifiesto que nadie debe morir con sufrimientos insoportables. Aliviar eficazmente el sufrimiento es posible hoy gracias a los cuidados paliativos. Hoy, más del 90% de las dolencias cancerígenas pueden ser calmadas.
Este manual destaca que desde los años 1970, se observa una reivindicación cada vez mayor de un supuesto derecho a la muerte por miedo a sufrimientos venideros. A menudo son personas que se encuentran bien.
Otros son motivos económicos: por ejemplo, durante el verano de 2012 fue presentada en el Reino Unido una propuesta de ley para autorizar el suicidio asistido de las personas mayores cuando se considere que han alcanzado el último año de su vida, para ahorrarse los gastos de salud.
Formas encubiertas de eutanasia
«En nuestros días, se asiste también a la aparición de formas encubiertas de eutanasia. Algunos médicos se sirven de calmantes utilizados en cuidados paliativos y los prescriben en dosis excesivas no indicadas», indica la guía.
Explica que provocar deliberadamente la muerte es siempre un acto inmoral. La persona enferma es privada de vivir los momentos finales de su vida y que pueden estar llenos de sentido, como por ejemplo, la reconciliación con un hijo. Además, quien plantea el acto, consciente o inconscientemente, sufre remordimiento de conciencia».
La guía pone de manifiesto que, en algunas ocasiones, se realizan eutanasias queridas por los familiares o cuidadores o incluso por el médico, que la decide por sí solo. «Es una actitud gravemente contraria a los derechos humanos», indica el manual.
El libro aporta testimonios. Por ejemplo, el de un padre que habla con su hijo cuando le han dado por muerto y finalmente, revive.
Sedación controlada
¿Qué puede hacer el médico cuando un enfermo el pide la eutanasia? El médico no sólo tiene el derecho, sino el deber de decir que este acto se opone a su conciencia y a la deontología médica. Los enfermos respetan generalmente la ética del médico. Como último recurso, si el paciente lo quiere, puede dormirlo durante un tiempo definido por medio de una sedación controlada.
Frente a un enfermo difícil de aliviar y que pide ser dormido, después de haberle dejado el tiempo de poner sus asuntos en orden, es posible proponerle dormirle durante 24 horas. A su despertar, se tomado con él un tiempo de intercambio para recoger su deseo. Ya sea que se siente mejor y se detiene la sedación, sea que solicita que se le duerma de nuevo y se vuelve a empezar el mismo procedimiento durante las 24 horas siguientes, y si es necesario hasta el día de su fallecimiento. La sedación se practica sin sobrepasar las dosis requeridas para un simple adormecimiento. El enfermo conserva la libertad de interrumpirla.
Sedación terminal
Respecto a la sedación terminal este manual señala que, cada vez más, los médicos adormecen a los enfermos, sin dosis excesiva, durante toda la fase terminal. No es raro que este gesto sea planteado sin que incluso el paciente lo haya solicitado. Junto a esta actitud ya discutible, puede haber una forma enmascarada de eutanasia: en este caso, las dosis utilizadas son superiores a las necesarias para un simple adormecimiento. Manifiesta la voluntad deliberada de provocar la muerte más rápidamente recurriendo a dosis excesivas de sedantes.
Según la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, SECPAL, el término «sedación terminal» designa esta práctica eutanásica. En cambio, la expresión «sedación paliativa» designa la buena práctica médica, sin intención de finalizar una vida sino de sedar al paciente para que no sufra durante los últimos momentos inevitables.
Por eso, esta guía recomienda que las dosis utilizadas deben ser proporcionales a la intensidad de los dolores y a las condiciones personales del enfermo (peso, etc.). Si el paciente está insuficientemente aliviado, el aumento de dosis es progresivo, según las reglas de buenas prácticas clínicas.
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