(EWTN News/InfoCatólica) En una declaración conjunta, un conjunto de líderes cristianos afirmó: que «nuestras sociedades están recurriendo a sus recursos espirituales para conseguir los medios de responder a la situación que está viviendo Europa y para trazar el camino hacia un futuro lleno de esperanza y mayor confianza», dijeron los líderes.
La declaración se hizo durante el V Foro Católico-Ortodoxo Europeo, en el cual 12 delegados del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) se reunieron en París con 12 representantes de las Iglesias Ortodoxas el mes pasado para debatir el tema «El temor de Europa ante la amenaza de los fundamentalistas. Terrorismo y el valor de la persona humana y la libertad religiosa».
Marginación de la fe cristiana del ámbito público
Mientras que los gobiernos garantizan los «derechos fundamentales de la persona humana, aumentan los esfuerzos que buscan marginar o eliminar la religión del ámbito público», dijeron los líderes.
«Creemos que Europa necesita más que nunca el aliento de fe en Cristo y la esperanza que brinda», dijeron. «El cristianismo es una cédula de identidad que no niega a otros sus derechos humanos, sino que busca cooperar con todos para la realización del bien común».
Se centraron especialmente en los efectos que el terrorismo y la secularización extrema tienen sobre los jóvenes. A menudo, señalaron, los terroristas radicalizados son jóvenes desesperados que ven la violencia como una salida, y como una manera de vengarse de los no creyentes y que considera «infieles» y a quienes se les ha enseñado a ver como «otros».
«Jóvenes, es el momento de la esperanza y de construir el futuro. Invitamos a todos los jóvenes a comprometerse a construir un mundo fraterno que no excluya a nadie», afirmaron.
«No vacilamos en recordar que nuestras propias Iglesias han emprendido tal trabajo para lograr una comprensión más profunda de la Palabra de Dios en las Escrituras»
También señalaron el efecto que algunos conceptos de secularismo están teniendo sobre los jóvenes de Europa, que han llevado «a generaciones enteras a una forma de analfabetismo religioso que priva a los ciudadanos del conocimiento básico que es necesario para que entiendan su propia herencia cultural, Así como el patrimonio cultural de otras tradiciones que se inspiran en la religión».
Ignorar el patrimonio religioso de Europa a menudo conduce, aunque no intencionalmente, a la discriminación y la persecución dentro de las sociedades que dicen ser abiertas, explicaron.
«El relativismo cultural, desprovisto de verdad o bien moral, no puede establecerse como dogma, porque esto realmente conduce a la división entre los seres humanos».
Sobre la inmigración
Dirigiéndose a las grandes oleadas de inmigrantes que Europa ha experimentado en los últimos años, los líderes describieron la bienvenida del extranjero como un deber cristiano, e instaron a recordar a Abraham, y que los cristianos, judíos y musulmanes tienen en común como padre en la fe. Agregaron que a su vez los migrantes tienen el deber de integrarse pacíficamente en sus países de acogida, los cuales deben estar unidos en el respeto de los derechos religiosos y humanos de todas las personas.
«Las sociedades pluralistas son un verdadero desafío para la humanidad contemporánea, especialmente en Europa. Nuestra larga tradición cristiana nos ha enseñado que el Evangelio de Jesús ha sido capaz -y sigue siendo capaz- de reunir hombres y mujeres de todo origen en un solo pueblo de fe», dijeron.
Retorno a las raices cristianas
En última instancia, para que la paz prevalezca en Europa, el continente debe estar dispuesto a entablar un diálogo con personas de diferentes credos y volver a sus raíces cristianas, lo que proporciona a Europa «su visión universalista, su noción de La dignidad de la persona humana y sus principios morales».
«Si eres arrancado de tus raíces, irás a la deriva», insistieron. «El vacío en el interior expone especialmente a los más jóvenes a las peores tentaciones. Repitamos firmemente que la fe cristiana reconcilia todas las dimensiones personales y sociales que se encuentran en la persona humana».