(AsiaNews/InfoCatólica) El arzobispo de Singapur, William Goh, invitó a los fieles en la tradicional carta pastoral para el tiempo de Cuaresma, a interrogarse sobre el «vacío que no logran explicar» en sus vidas.
Mons. Goh los alienta a buscar la reconciliación con Dios, a la penitencia y el perdón. Esta, según el arzobispo es el camino hacia la felicidad y la paz. El sentido de vacío que se percibe en la vida es debido a las «malas costumbres» que «destruyen no sólo nuestra salud, y nos quitan la paz, la alegría y la felicidad».
Él hace un elenco con algunos ejemplos: «Estás viviendo una doble vida. Estás viviendo una vida en el pecado, una vida de infidelidad, traición, pelea y negatividad hacia las personas. Dependes de la rabia, la envidia, la pereza y la avaricia, además de la lujuria. Quisieras liberarte de los pecados que te manejan, pero no tienes la fuerza de confesarte y de iniciar todo desde el inicio».
«Este es el momento mejor para volver a Dios y reencontrar la paz», porque «todos Sus hijos están llamados a la bondad de Dios». Según Mons. Goh, Jesús fue enviado a ayudarnos a entender que superando las tentaciones, podemos vivir en la Gracia de Dios.
Dios desea hacernos saber que somos perdonados, afirma el arzobispo, porque esta conciencia es necesaria para perdonar a los otros». «Recibir el pleno perdón presupone que confesemos nuestros pecados en modo explícito y reconozcamos ser pecadores».
«El resultado del arrepentimiento del corazón y de la penitencia es la recompensa de alegría y paz» que se manifiestan en el reencontrar la vida de oración y la alegría de la fe en Dios.
Según Mons. Goh, la grandiosidad de la Cuaresma está en el caminar solos: «Necesitamos de nuestros hermanos y hermanas para acompañarnos en el camino de la fe».
«¿Cómo podremos conducir nuestro camino si no usando los caminos de la gracia que se nos ha concedido?».
El prelado hace el elenco de aquellos que considera los tres pilares de la Cuaresma, «la oración, la limosna y la penitencia»: la primera, recuerda el arzobispo es un instrumento necesario para la conversión; la penitencia nos tutela del ser esclavos del pecado; a través de la limosna «aprendemos a abrir nuestro corazón a los sufrimientos de los otros y en el proceso, para encontrar la misericordia que Dios nos quiere dar. El pobre, a menudo, nos revela el rostro de Dios y nos da una alegría que el dinero no puede comprar».
Concluyendo, Mons. Goh afirma que «la Cuaresma es un período de gracia» que no va desperdiciado y exhorta a los fieles a proceder «juntos en este camino de 40 días hacia la Tierra Prometida».