(Aica) «La salud es un derecho, no un negocio», afirmó el Papa, y llamó a «impulsar la inviolable dignidad humana de los enfermos, con especial atención a los más necesitados», recordando que «las personas enfermas son miembros preciosos de la Iglesia».
En su discurso, el pontífice alentó a que se impulse la investigación de enfermedades raras y descuidadas, y reconociendo a su vez los importantes logros científicos de los últimos años, considerando que es un momento de «luces y sombras».
Los agentes sanitarios y voluntarios «humanizan la vida» de muchos enfermos y ancianos solos, pobres e indigentes, señaló el Papa. Sin embargo, junto con las luces, «hay algunas sombras que amenazan con agravar la experiencia de nuestros hermanos y hermanas enfermos», advirtió.
«Si hay un sector en el que la cultura del descarte evidencia sus dolorosas consecuencias, es precisamente el sanitario. Cuando la persona enferma no se coloca en el centro y no se considera su dignidad, se generan actitudes que pueden llevar incluso a especular sobre las desgracias de los demás. ¡Y esto es muy grave!», enfatizó Francisco, y agregó que «si se adopta de forma indiscriminada el modelo empresarial en el sector sanitario, en lugar de optimizar los recursos disponibles, amenaza con producir descartes humanos».
Optimizar los recursos, sostuvo el Papa, «significa utilizarlos de forma ética y solidaria y no penalizar a los más frágiles», reiterando que la vida humana tiene una dignidad inviolable desde su concepción «hasta el último respiro».
¡Que nadie quede indiferente ante la creciente pobreza sanitaria entre las fajas más pobres de la población, debida a la dificultad de acceso a los cuidados, y que se multipliquen los esfuerzos de todos para que los derechos de los más débiles sean tutelados», pidió, y llamó a los presentes a repensar las obras de caridad para ofrecer un signo de la misericordia de Dios a los más pobres, que con confianza y esperanza, llaman a las puertas de sus estructuras.
Para finalizar, destacó la importancia de la pastoral sanitaria, y animó a los participantes del encuentro a visitar a los enfermos con frecuencia para evitar que se sientan excluídos, y para que puedan experimentar la presencia de Cristo.