(CNA/InfoCatólica) Aunque el presidente de Filipinas Rodrigo Duterte ha manifestado su voluntad de ir «al infierno» si es necesario para ganar su guerra contra las drogas, los obispos del país han dicho que los católicos deben hablar en contra de sus métodos perversos.
«Este tráfico de drogas ilegales necesita ser detenido y superado. Pero la solución no radica en el asesinato de sospechosos de ser drogadictos y traficantes», dijeron.
Los obispos también afirmaron que hacer silencio frente al mal significa convertirse en cómplice de él.
«Si descuidamos a los drogadictos y traficantes es que nos hemos convertido en parte del problema de las drogas, si aceptamos o permitimos el asesinato de sospechosos, también seremos responsables de su muerte».
La carta pastoral, fechada el 30 de enero, lleva la firma del arzobispo Sócrates Villegas de Lingayen-Dagupan, presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas. Fue leída en todas las misas dominicales el pasado domingo. La carta llega poco después de la asamblea plenaria bianual de los obispos celebrada en Manila. Tomó su título de Ezequiel 33, en el que Dios dice: «No me complazco en la muerte del malvado, sino en que el malvado se convierta de su conducta y viva».
La violenta ofensiva del presidente Rodrigo Duterte sobre el abuso de drogas ilegales ha cobrado más de 6.000 vidas en los seis meses desde que asumió el cargo. Al menos 2.250 sospechosos de drogas han sido reportados como asesinados por la policía, mientras que otros 3.700 fueron asesinados por ser sospechosos o simplemente haber sido acusados por alguien.
Muchos sacerdotes y obispos han tenido miedo de hablar en contra de los asesinatos, dijo en enero Jerome Secillano, jefe de asuntos públicos de la Conferencia Episcopal de Filipinas.
La carta pastoral apareció para romper el silencio.
«No dejemos que el miedo reine y nos mantenga en silencio. Pongamos en práctica no sólo nuestra fuerza interior sino la fuerza que viene de nuestra fe cristiana», dijeron los obispos.
Advirtieron de un «reino de terror» y de la falta de justicia de quienes cometen estos asesinatos. Reprimieron la indiferencia ante los asesinatos y los que afirman que los asesinatos son «algo necesario».
Los asesinos de narcotraficantes «también están cometiendo graves pecados», dijeron los obispos.
«No podemos corregir un error cometiendo otra equivocación», explicaron. «Un buen propósito no es una justificación para usar medios malignos. Es bueno eliminar el problema de las drogas, pero matar a fin de lograr es también es malo», explicaron los obispos conforme a la doctrina tradicional católica de que «el fin no justifica los medios».
La respuesta de Duterte a la carta pastoral fue inflexible.
Pero la carta pastoral no hizo mella en el presidente del país que la rechazó invitándo a los católicos a ir al infierno con él para combatir las drogas, en vez de al cielo con los obispos:
«Ustedes, católicos, si creen en sus sacerdotes y obispos, quédense con ellos», dijo el presidente el domingo. «Si quieres ir al cielo, entonces ve a ellos. Ahora, si quieres acabar con las drogas ... iré al infierno, únete a mí».
El portavoz presidencial, Ernesto Abella, ex pastor de una iglesia evangélica protestante, dijo que la conferencia de obispos «no está en contacto con los sentimientos de los fieles que apoyan abrumadoramente los cambios en Filipinas», informa Fox News.
Por su parte, los obispos subrayaron la importancia de presumir que un acusado es inocente. Dijeron que los procesos legales deben ser seguidos y la sociedad tiene procesos para capturar, condenar y castigar a los culpables de crímenes.
Según los obispos, hay varias causas profundas de los problemas de las drogas y la criminalidad: la pobreza, la ruptura familiar y la corrupción. Dijeron que la gente debe abordar estos problemas a través de esfuerzos contra la pobreza para proporcionar empleo y salarios dignos; Esfuerzos de fortalecimiento de la familia; Y la reforma en las fuerzas policiales, los sistemas judiciales y la política del país.
Cada persona tiene la oportunidad de cambiar debido a la misericordia de Dios, dijeron los obispos. El recién concluido «Año de la Misericordia» de la Iglesia Católica profundizó la conciencia de que Jesucristo «ofreció su propia vida por los pecadores, para redimirlos y darles un nuevo futuro».
«Nosotros, en la Iglesia, continuaremos hablando contra el mal aun cuando reconozcamos y nos arrepintamos de nuestras propias deficiencias. Haremos esto incluso si nos persigue porque todos somos hermanos y hermanas responsables unos de otros. Ayudaremos a los drogadictos para que puedan ser sanados y empezar una nueva vida».
Los obispos dijeron que estarán con las familias de los que han sido asesinados.