(RV) La Misa de Beatificación del mártir japonés, tuvo lugar en Osaka y fue presidida por el card. Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
«El samurái de Cristo», casado y padre de 5 hijos, eligió el camino del exilio antes que abjurar de la fe cristiana, cuando el cristianismo fue prohibido completamente en su tierra en el 1614.
Su estatua sosteniendo la katana, el sable de los guerreros japoneses, puntada hacia abajo y con empuñadura en forma de cruz, representa la parábola de su vida: de daimio, gran señor feudal, potente en la batalla, a pobre y exiliado hasta la muerte.
Nacido en 1552, fue bautizado a 12 años cuando su padre abrazó la fe cristiana, a través de la predicación del jesuita San Francisco Javier. Señores feudales, los Takayama llegaron a dominar la región de Takatsuki, y Justus se empeñó en difundir el cristianismo con la fundación de seminarios y la formación de misioneros y catequistas: en sus territorios, con una población de 30 mil personas, casi 25 mil abrazaron la fe.
Como emerge claramente en los textos y de los testimonios de la época, toda su vida fue un canto de amor y fidelidad al anuncio cristiano, no obstante su condición de daimio.