(AIN/ACN) Preguntado acerca de la naturaleza de dichas «cuestiones urgentes», el padre Halemba se refirió a la apropiación ilegal de casas abandonadas, a una investigación sobre la supuesta utilización de armas químicas en la destrucción de casas de cristianos –a las que las familias desean volver–, así como al temor de que falte seguridad y de que se produzca violencia por militantes aislados y fundamentalistas que no desean el retorno de los cristianos.
Para obtener un conocimiento de primera mano de la destrucción, el padre Halemba visitó todas las aldeas cristianas reconquistadas al EI. Afirmó que «la mayoría de las casas han sido visitadas al menos una vez por sus propietarios, porque quieren observar lo que ha sucedido con sus propiedades». Ha podido comprobar que se ha producido un gran cambio en la actitud de los desplazados internos desde noviembre de 2016: «En noviembre hicimos un primer estudio sobre si querían regresar a sus aldeas. Comprobamos que tenían demasiado miedo a que continuaran los combates en Mosul y también a que aún hubiera terroristas escondidos allí; finalmente estaban también preocupados respecto a la educación de sus hijos. Según las conclusiones de esta primera encuesta de AIN, no más del 1% de las personas quería volver. Ahora, durante mi visita a Alqosh, me dijeron que más de 50% de los desplazados internos están dispuestos a regresar. Y esta cifra sigue creciendo».
En relación con el programa de ayuda de AIN para los próximos seis meses, el padre Halemba relata detalladamente los retos a los que se enfrenta actualmente la Fundación Pontificia para ayudar a las familias cristianas desplazadas en Erbil hasta que pueda producirse su repatriación: «Tenemos que ayudar a estos refugiados a superar el día a día, especialmente ahora durante el frío invierno. Esto significa que hemos de continuar nuestro apoyo para la alimentación de más de 12.000 familias, así como para la vivienda. Se nos ha pedido que aumentemos nuestra ayuda para alquileres. Anteriormente, financiamos el alquiler de 641 viviendas, el equivalente de 1.800 familias. Actualmente, se nos pide que aumentemos la ayuda a más de 5.000 familias que viven en más de 3.000 casas. Esto supone un gran reto».
En cuanto a la esperanza de futuro, el padre Halemba mira al pasado y hace un llamamiento a la comunidad internacional para crear «un nuevo Plan Marshall». Se refiere así al programa de reconstrucción europea iniciado en 1948 por Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial para ayudar a Europa Occidental a recuperar su estabilidad económica. Dice el padre Halemba: «Para comprender adecuadamente la situación, uno de los más importantes pasos es llevar a cabo una evaluación inicial de la destrucción. AIN apoya actualmente a grupos cristianos in situ con el fin de realizar una evaluación profesional. Se han reunido miles de fotografías intercaladas con miles de descripciones de la destrucción con una estimación de los costes para cada reconstrucción. Con la ayuda de imágenes vía satélite, el equipo identifica cada casa de cada aldea recuperada del EI en la llanura de Nínive. Las casas de que estamos hablando pertenecen a católicos sirios, ortodoxos sirios, caldeos; algunas aldeas son mixtas. Estamos hablando de unos 10 pueblos».
El siguiente paso previsto es hacer una nueva encuesta similar a la noviembre de 2016 acerca de la intención de retorno, esta vez al menos a 1.200 familias cristianas de desplazados internos alojados en Ankawa. Sobre la base de estos dos documentos –la evaluación de la destrucción y la encuesta sobre la intención de retorno– la Fundación Pontificia está animando a que se cree un comité especial para supervisar un amplio Plan Marshall para facilitar el retorno.
¿Qué incluye este Plan Marshall para la llanura de Nínive? El padre Halemba se refiere a una variedad de cuestiones: «Tiene que incluir un informe consolidado sobre la destrucción, la creación de un comité local y un programa de recaudación de fondos para la reconstrucción de las aldeas. AIN apoyará por supuesto la reconstrucción; sin embargo, tenemos que colaborar con otras organizaciones benéficas, pues no podemos gestionarlo nosotros solos. A continuación, hay que considerar las cuestiones legales; esto incluye, por ejemplo, el derecho a la plena ciudadanía de los cristianos en Irak y la participación del Gobierno iraquí en la reconstrucción. El Gobierno debe ser el responsable de la creación de estructuras y puestos de trabajo; pero también de que se garantice la seguridad de los cristianos en sus pueblos. Esto es vital si se tienen en cuenta sus terribles experiencias en el pasado reciente. La sensibilización para este Plan Marshall y los programas de ayuda para la llanura de Nínive deben plantearse también a nivel internacional. Por último, es muy importante clasificar adecuadamente la documentación de la destrucción y los actos violentos de persecución. Así puede volver, de alguna manera, un sentido de la justicia y la paz, para asegurar que no vuelva a suceder».
El tiempo es corto para el padre Halemba que considera que las primeras semanas de febrero son cruciales para la planificación de proyectos: «Esperábamos que las familias comenzaran a regresar en junio y que AIN estuviera en condiciones de ayudarles a volver. Pero según las últimas informaciones, algunas familias han decidido regresar a sus pueblos ya durante el invierno, a pesar de las duras condiciones atmosféricas y de que la infraestructura es muy pobre o está destruida. Tenemos que ver si podemos reorientar parte de nuestra ayuda de Erbil a un «apoyo de partida» para la llanura de Nínive. Estas personas también dependen de la Iglesia; esperan en la Iglesia como signo de seguridad y estabilidad. Por esto, ACN tiene que ayudar a las religiosas y a los sacerdotes a volver con sus rebaños. AIN tiene que apoyar a estas personas en este decisivo momento histórico para los cristianos de Irak».