(AsiaNews/InfoCatólica) «Ningún tipo de ataque podrá detenernos. Continuaremos amando a Dios y orando debajo de un árbol». Afirmó a AsiaNews, Kamal Wasantha, líder de una pequeña comunidad de cristianos protestantes en Sri Lanka. Su lugar de oración fue destruido la semana pasada por algunos criminales budistas, guiados por un monje local, los cuales permanecen todos en libertad.
A pesar de todo entre los fieles no existen sentimientos de venganza. «No les maldecimos -agrega el líder cristiano- y no les agrediremos en represalia. El juicio corresponde sólo a Dios. Nosotros hacemos nuestra parte, y continuaremos orando debajo de un árbol».
Wasantha, un simple campesino, conduce las oraciones en la Khitu Sevana (Casa de Cristo) del pueblo de Pahariya, en el noroeste de la isla. Se trataba de una modesta casa de oración donde se reunían los cristianos del lugar, en total unas quince familias y otros 20 fieles.
«Nos había amenazado y luego llegaron con bastones de madera, barras de hierro y cuchillos y destruyeron todo».
Los fieles suplicaron a los agresores que no dañaran el lugar de culto, pero «la casa del Señor fue abatida frente a nuestros ojos, mientras nosotros pedíamos a Dios que los perdonase».
El centro había sido creado hace más de 15 años y los fieles jamás habían sufrido ningún tipo de agresiones. Hasta ahora los habían solo amenazado verbalmente. Este es el primer incidente que tiene proporciones de un verdadero desastre.
Después del episodio, los dos pastores han realizado una denuncia en la comisaría de la policía de Karuwalagaswewa y puso en alerta a la comunidad cristiana. El 5 de enero los religiosos y el monje fueron convocados por los agentes en la misma noche que sucedió el ataque. Si bien unos 200 testigos han identificado al monje y los otros 12 agresores, todos fueron liberados bajo caución.
Lakshan Dias, abogado de los cristianos, lamenta una actitud negligente por parte de la policía, «que conoce nombres y detalles de los culpables que viven en el mismo pueblo. Sri Lanka fracasó en garantizar la libertad de religión. En el país la ideología dominante, la singalesa budista, oprime el resto de las minorías».