(AIN) De 2006 a 2014, son más de 12.000 los cristianos asesinados y 2.000 las iglesias destruidas por causa del terrorismo en Nigeria. Estos son los datos citados por Mons. Joseph D. Bagobiri, Obispo de la Diócesis de Kafanchan, en el estado de Kadunadurante su visita a la sede italiana de Ayuda ala Iglesia Necesitada (ACN). Especialmente el grupo fundamentalista islámico Boko Haram es culpable que Nigeria aparezca tercero en el ranking del «Global Terror Index 2016».
Sin embargo Mons. Bagobiri desvela que Boko Haram no es el único grupo que expande terror por el país africano: «En los últimos tres meses, más de la mitad del territorio de la parte meridional del estado de Kaduna ha registrado una intensificación de ataques por parte de los Fulani Herdsmen Terrorist (FHT), un grupo terrorista de pastores nómadas de la etnia de los Fulani. En Occidente, este grupo es casi desconocido, prosigue el prelado, pero el obispo nigeriano muestra el reporte de los hechos desde septiembre: «53 pueblos calcinados, 808 vidas aniquiladas, 57 heridos, 1.422 casas y 16 iglesias destruidas».
Los Fulani son una etnia nómada que se dedica al pastoreo lo cual ha traído desde antiguo conflictos continuos con los granjeros de la zona. No obstante en los últimos tiempos los ataques son de un calibre totalmente diferente a los antiguos conflictos entre granjeros y pastores, debido a que estos últimos utilizan «armas sofisticadas, que antes no existían, como AK-47 cuya proveniencia no sabemos» atestigua Mons. Bagobiri. Así mismo las causas del fenómeno ya no son sólo las remotas como explica el obispo de Kafanchán: «Junto a los motivos sociales o económicos existentes desde antiguo, como es la distribución de tierras y falta de pasto; la dimensión del problema ha cambiado porque los Fulani son musulmanes y las tierras pertenecen a grupos étnicos cristianos y ahora se aprecia también claramente una motivación de carácter antirreligioso. Ambos motivos están presentes, pero en los últimos tiempos el factor religioso es preponderante: se ha convertido en una persecución religiosa».
Niños nigerianos
El hecho de que en muchas poblaciones sean especialmente atacados los pequeños comercios de los cristianos y las iglesias son indicadores claros para Mons. Bagobiri. «Tampoco puede considerarse que la violencia vaya dirigida contra un determinado grupo étnico, ya que los cristianos pertenecen a diversos grupos étnicos», afirma el obispo.
No obstante la fuerte amenaza para los cristianos, prosigue el prelado, «la persecución en Nigeria no se beneficia del mismo grado de atención internacional de la que goza, por ejemplo, Oriente Próximo». Y lo que es peor para el obispo: ni siquiera el Gobierno le concede suficiente atención. «Estos ataques se suceden ante la indiferencia de un Gobierno que se limita a observar, mientras la población se encuentra expuesta a terroristas provistos de armas». El Obispo añade: «Las fuerzas policiales no disponen de armas adecuadas para intervenir o no han recibido órdenes para hacerlo».
Mons. Bagobiri opina que esta amenaza terrorista está relacionada también con el crecimiento del fundamentalismo islámico en el país y el problema de la sharía, introducida en 12 de los 36 estados nigerianos, entre otros en el estado de Kaduna. La ley islámica es motivo de «desigualdad y discriminación pues por ejemplo los tribunales islámicos suelen dejar en libertad a musulmanes culpables de crímenes como el asesinato de cristianos acusados de presunta blasfemia», concluye Mons. Bagobiri.