(CH/InfoCatólica) En agosto, la Comisión para la Calidad del Cuidado del Reino Unido (CQC) - el regulador independiente de los servicios de salud y asistencia social – ordenó la suspensión de todos los abortos quirúrgicos y todos los abortos médicos a mujeres jóvenes y también con discapacidades de aprendizaje en las instalaciones de la multinacional abortista del Reino Unido Marie Stopes. Cuando esto ocurrió, se mencionaron vagamente asuntos graves relacionados con la capacitación y la competencia del personal, además de una ominosa referencia a «cuestiones de consentimiento». La realidad completa, como ahora resulta, era peor de lo que algunos de nosotros nos podíamos imaginar.
El martes, el CQC finalmente publicó un informe condenatorio sobre los problemas que encontraron, describiendo los niveles deficientes de capacitación y estándares en anestesia y seguridad quirúrgica, apoyo vital y la denuncia de «incidentes» vinculados con la protección de niñas y mujeres vulnerables. Algunas de las diversas revelaciones mencionadas en el informe son particularmente preocupantes, e ilustran la naturaleza industrial y deshumanizada de la industria del aborto.
Tal vez la parte más inquietante del informe es cuando los autores relatan el caso de mujeres con problemas de aprendizaje presentándose para «tratamiento» (es decir, un aborto) sin ningún amigo o familiar presente. De manera asombrosa, estos se realizaron a pesar de que, como afirman los autores del CQC, el hecho de que «el consentimiento al tratamiento no se llevó a cabo de una manera que ella pudiera entender y observamos que la situación era manejada de forma incorrecta e insensible por parte de los médicos».
Además de los problemas con la seguridad médica del paciente y el consentimiento informado, el CQC identificó una posible ignorancia de otros abusos. El informe muestra en detalle que el staff no tenía ninguna formación en relación con la mutilación genital femenina o la explotación sexual infantil, poniendo a estos pacientes en riesgo de nuevos abusos. Posteriormente, los autores relatan la «firma masiva» de formularios HSA1 (que autorizan un aborto), incluso 30-60 a la vez, en dos instalaciones de MSI.
Todo esto es bastante malo y sólo incluye la mención de algunos ejemplos de las fallas identificados por el CQC. Sin embargo, analizados en contexto tiene una importancia todavía mayor. MSI es uno de los mayores proveedores de aborto en el Reino Unido. Lleva a cabo 70.000 - poco más de un tercio - de los aproximadamente 200.000 abortos que ocurren no sólo en Inglaterra, sino también en Escocia y Gales. El informe de CQC es una visión de cómo la industria del aborto hace sobre su trabajo.
Después de todo, esto no es nada nuevo. El año pasado, el CQC censuró la sucursal de BPAS de Richmond por no informar de «incidentes» potencialmente dañinos. El CQC también ha identificado la pre-firma de formularios como un problema en muchas clínicas de aborto. Lejos de ser una actividad anómala, esto es sintomático de nuestro sistema de aborto de facto a petición. Si esa descripción parece exagerada, considere que el 98% de todos los abortos tienen lugar por salvaguardar la «salud mental o física», a pesar de la escasez total de pruebas serias que las leyes exigen.
Este sistema permite e incluso normaliza el aborto ilegal que perjudica a mujeres y niñas. No sólo (como la Campaña que «Stop Gendercide» ha identificado) abortos selectivos en base al sexo, sino el encubrimiento del abuso sexual, y las «terminaciones sociales» que permiten a personas como Emma Beck y Jade Rees sufrir el mismo destino.
Emma Beck fue una artista que se ahorcó por arrepentimiento luego de abortar a sus dos gemelos, y un caso similar es el de Jade Rees, de 21 años, que se suicidó después de abortar el bebe producto de una relación fallida de cinco meses con el padre del bebé.
Por lo tanto, el informe del CQC no se trata sólo del fracaso a corto plazo de una sola organización abortista, y de la actitud insensible hacia el bienestar de las mujeres, sino de la mentira que incluye toda la retórica sobre «elección» y «feminismo». Lo que sirve para ilustrar es el fracaso total de la ley del aborto en el Reino Unido para limitar el aborto y proteger a las madres embarazadas y sus hijos no nacidos. No es la enfermedad, sino un síntoma de ella. Podemos alegrarnos de que el CQC pueda detectar, y hasta cierto punto disuadir, tales abusos, pero a menos que y hasta que estemos dispuestos a abordar la causa última y subyacente de este comportamiento deshumanizante, no podemos esperar terminarlo.