(InfoCatólica) Para continuar con la serie iniciada recientemente de la novena de Aguinaldos, procedemos a compartir lo que corresponde al día de hoy.
Oración para Todos los Días
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro Unigénitonotas 1 la mejor prenda de vuestro amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio, yo en nombre de todos los mortales os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio; y en retorno os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado; suplicándoos por sus divinos méritos, por la incomodidad con que nació, y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna, y more eternamente. Amén.
(Se reza tres veces el Gloria al Padre)
Se lee la Consideración correspondiente al cuarto día de la novena: el 19 de diciembre.
Desde el seno de su madre comenzó el Niño Jesús a poner en práctica su entera sumisión a Dios, que continuó sin la menor interrupción durante toda su vida. Adoraba a su Eterno Padre, le amaba, se sometía a su voluntad; aceptaba con resignación el estado en que se hallaba conociendo toda su debilidad, toda su humillación, todas sus incomodidades. ¿Quién de nosotros quisiera retroceder a un estado semejante con el pleno goce de la razón y de la reflexión?, ¿quién pudiera sostener a sabiendas un martirio tan prolongado, tan penoso de todas maneras? Por ahí entró el Divino Niño en su dolorosa y humilde carrera; así empezó a anonadarse delante de su Padre, a enseñarnos lo que Dios merece por parte de su criatura, a expiar nuestro orgullo, origen de todos nuestros pecados y hacernos sentir toda la criminalidad y desórdenes del orgullo.
Deseamos hacer una verdadera oración; empecemos por formarnos de ella una exacta idea contemplando al Niño en el seno de su madre. El divino Niño ora y ora del modo más excelente. No habla, no medita ni se deshace en tiernos afectos. Su mismo estado, aceptado con la intención de honrar a Dios, es su oración y ese estado expresa altamente todo lo que Dios merece y de qué modo quiere ser adorado de nosotros.
Unámonos a las oraciones del Niño Dios en el seno de María; unámonos al profundo abatimiento y sea este el primer efecto de nuestro sacrificio a Dios. Démonos a dios no para ser algo como lo pretende continuamente nuestra vanidad sino para ser nada, para quedar enteramente consumidos y anonadados, para renunciar a la estimación de nosotros mismos, a todo cuidado de nuestra grandeza aunque sea espiritual, a todo movimiento de vanagloria. Desaparezcamos a nuestros propios ojos y que Dios sólo sea todo para nosotros.
Oración a la Santísima Virgen
Soberana María, que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma, y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.
¡Oh dulcísima Madre! Comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con la que le aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
(Se reza tres veces el Ave María).
Oración a San José
Oh, Santísimo José! Esposo de María y padre putativo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
(Se reza Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre)
Gozos
Coro
Dulce Jesús Mío, mi niño adorado:
R: ¡ven a nuestras almas! ¡ven no tardes tanto!
Estribillos
¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano,
que a infantil alcance te rebajas sacro!
¡Oh Divino Niño ven para enseñarnos
la prudencia que hace verdaderos sabios! R.
¡Oh, Adonaí potente que a Moisés hablando,
de Israel al pueblo disteis los mandatos!
¡Ah, ven prontamente para rescatarnos,
y que un niño débil muestre fuerte brazo! R.
¡Oh raíz sagrada de José que en lo alto
presentas al orbe tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño que has sido llamado
“Lirio de los Valles, Bella flor del campo”! R.
¡Llave de David que abre al desterrado
las cerradas puertas de regio palacio!
¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano
de la cárcel triste que labró el pecado! R.
¡Oh lumbre de Oriente, sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas tu esplendor veamos!
¡Niño tan precioso, dicha del cristiano,
luzca la sonrisa de tus dulces labios! R.
¡Espejo sin mancha santo de los santos,
sin igual imagen del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado
y en forma de niño, da al mísero amparo! R.
¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro.
de Israel anhelo, pastor de rebaño!
¡Niño que apacientas con suave cayado
ya la oveja arisca ya el cordero manso! R.
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto
bienhechor rocío como riego santo!
¡Ven hermoso Niño! ¡Ven Dios humanado!
¡Luce, hermosa estrella, brota, flor del campo! R.
Ven que ya María previene sus brazos
cuando a su Niño vean en tiempo cercano!
¡Ven que ya José con anhelo sacro
se dispone a hacerse de tu amor sagrario! R.
¡Del débil auxilio, del doliente amparo,
consuelo del triste, luz del desterrado!
¡Vida de mi vida, mi dueño adorado,
mi constante amigo, mi divino hermano! R.
¡Véante mis ojos de ti enamorados!
¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos!
Prosternado en tierra te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases te dice mi llanto! R.
¡Ven Salvador Nuestro por quien suspiramos!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto! R.
Oración al Niño Jesús
Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad tan agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”.
Llenos de confianza en Vos, ¡Oh Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concedednos por los méritos infinitos de vuestra encarnación y de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Vos, ¡oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despachareis favorablemente nuestra súplica. Amén.
Peticiones
Se suelen realizar peticiones al Niño Jesús, en las que se reza por la familia, el hogar, y las bendiciones que el siguiente año traiga consigo.
(Gloria al Padre, Ave María, Padre Nuestro)