(RV) El Santo Padre reflexionó en su homilía sobre la importancia de anunciar «lo esencial de la fe» que es «que Jesús está vivo y está a nuestro lado», y de cómo se debe llevar a cabo esta proclamación: «A Dios-Amor se le anuncia amando (…) No se anuncia bien a Jesús cuando se está triste; tampoco haciendo sólo bonitos sermones».
Profundizando en el Evangelio del día y en la parábola del hombre rico que ignora a Lázaro -un pobre que «estaba echado a su puerta» (Lc 16,20)- el Papa Francisco explicó que en realidad el rico tiene una enfermedad muy grave que es la ceguera porque «no es capaz de ver más allá de su mundo, no le importa lo que sucede fuera». Es un contraste entre una vida de opulencia con continuas necesidades y derechos, y la pobreza de Lázaro que se manifiesta con gran dignidad. «Es una valiosa lección: como servidores de la palabra de Jesús, estamos llamados a no hacer alarde de apariencia y a no buscar la gloria; ni tampoco podemos estar tristes y disgustados».
Y en este sentido el Obispo de Roma recordó que debemos ser «portadores de alegría». «El Señor nos lo pide hoy: ante los muchos Lázaros que vemos, estamos llamados a inquietarnos, a buscar caminos para encontrar y ayudar, sin delegar siempre en otros o decir: «Te ayudaré mañana». El tiempo para ayudar es tiempo regalado a Jesús, es amor que permanece: es nuestro tesoro en el cielo, que nos ganamos aquí en la tierra».