(Arzobispado de Valencia) El Arzobispado de Valencia niega que el Cardenal, Antonio Cañizares, se refiriera en la homilía con motivo de la festividad de la Asunción a «la política de igualdad entre hombres y mujeres, entre los dragones que han amenazado a la humanidad», tal como se ha afirmado.
Antonio Cañizares siempre ha defendido la igualdad entre hombres y mujeres, defendiendo con hechos sus derechos sociales y laborales, y luchando en especial contra toda violencia de la que las mujeres son víctimas. Es un tema de máxima sensibilidad, ante el que el Arzobispo de Valencia no se queda de brazos cruzados, y por tanto, con el que no se puede sembrar ninguna duda.
El Arzobispado de Valencia asegura que existe una grave responsabilidad al transmitir una realidad que no ha sido dicha sino interpretada equivocadamente por falta de rigor en los términos a los que se refiere.
Confundir la ideología de género, o también llamada teoría del género, como en ocasiones la ha acuñado el Papa Francisco, con la igualdad de género, que se refiere a la igualdad de hombres y mujeres en todos sus derechos, es de extrema gravedad, por lo que el Arzobispado se ve impelido a manifestar claramente la falsedad de la información que se ha difundido.
Comunicado íntegro del cardenal Antonio María Cañizares
Ante las informaciones aparecidas hoy quiero manifestar que, en mi labor dentro de la Iglesia, he conocido de manera directa la opresión que sufren las mujeres y las graves injusticias ante la desigualdad. Cómo no luchar con ellas, más aún, junto a ellas, porque sufren la desigualdad social y laboral y son víctimas de todo tipo de violencia, ante una sociedad injusta.
Como hombre de Iglesia, no se hacen públicos todos los hechos, no se presume de ellos, se hace desde la sencillez, aunque formen parte de nuestro día a día visitar a esas mujeres, interesarse profundamente para, junto a ellas, buscar soluciones y mantener un apoyo constante.
No, no se cuenta, porque se encomienda, porque esa labor es silenciosa, pero es una revolución imparable por el cambio social.
A veces la sociedad avanza más que los gobiernos y la Iglesia participa de ese movimiento de cambio social imparable, siempre desde el amor, porque no basta con aplaudir las mejoras sino mantenerlas y luchar por su avance.
En esa lucha contra la injusticia, que conozco bien de cerca, me encontraré siempre. No existe un sentido cristiano sin la lucha por los oprimidos.