(El País) Para deshacerse del «veneno» del radicalismo, será necesaria una acción «masiva y potente» de todos, en primer lugar de los musulmanes, a los que llama a «actuar en sus familias, en sus barrios». «Si el islam no ayuda a la República a luchar contra quienes ponen en peligro las libertades públicas, será cada vez más difícil para la República garantizar el libre ejercicio del culto», alerta.
En línea con lo avanzado en su entrevista la víspera al diario Le Monde, Valls defiende que los imanes sean formados dentro del país. «Francia debe convertirse en un polo de excelencia europeo en la enseñanza de la teología musulmana», avanza. Si bien el Estado no puede inmiscuirse en esta tarea, puede ayudar en la apertura de centros de enseñanza, señala.
El primer ministro lanza también pistas en torno a la cuestión «central» de la financiación de las mezquitas. Ya había anunciado su intención de prohibir «por un tiempo» las donaciones procedentes del extranjero en este asunto. Valls ahonda en esta idea, apuntado a la «contradicción» que se vive en Francia: «la laicidad nos exige no subvencionar la construcción de mezquitas, pero dejamos a otros» que lo hagan. «Hay que construir una capacidad de financiación francesa», añade. Por último avisa que «se cerrarán los lugares de culto que albergan a quienes enseñan el odio y hacen la apología de la violencia, y si los predicadores son extranjeros, serán expulsados».