(Zenit) Mons. Marceau señala que todos están bajo shock, sea los familiares y amigos de las víctimas, quienes estaban allí presentes, así como los que realizaron la labor de socorro que trabajaron toda la noche. «No es posible comprender un acto tan inhumano. Nada puede legitimar la locura asesina y la barbarie» expresa.
Invita por ello a la población a no encerrarse en sí misma, a no discriminar o guardar odio. Y a no temer miedo de encontrar a sacerdotes o personas que puedan ayudarles. Solicita también a los habitantes de Niza que logren estar próximos de las demás personas, en los barrios y en las comunidades cristianas, en los lugares de encuentro, trabajo o asociaciones, llevando apoyo, esperanza y solidaridad.
Y recuerda que este Año de la Misericordia es un llamado para cambiar los corazones y que a través de la oración debemos «dirigirnos a quien es el maestro del amor. Porque Cristo fue golpeado en la cruz».
«De su corazón traspasado, de su corazón herido de muerte, el corazón de Dios, el agua y la sangre emanaron, nos dice el apóstol Juan. Ondas de amor fluyeron al suelo. No dejemos que este tesoro se pierda», escribe.
«Cristianos, católicos, llevemos este mensaje de amor entorno nuestro», concluye, «porque nuestra sociedad lo necesita».