(Arch. Oviedo) A partir de ahora, la comunidad de desdoblará, y pasarán a desarrollar su vida religiosa en su convento de Valladolid y en el de Valdediós, donde, en este último, se espera que habiten de manera continua trece religiosas, aunque es probable que, en los momentos de mayor afluencia de peregrinos, acudan algunas hermanas más para reforzar el trabajo.
El Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, realizó una breve presentación ante los periodistas allí presentes, recordando que tal día como hoy, 30 de junio de hace cuatro años, se despedían los últimos moradores de Valdediós, los hermanos de San Juan: «Al poco de llegar yo como Arzobispo de Oviedo, los hermanos de San Juan me dijeron que estaban encantados de haber llegado a Asturias, pero la índole de su vocación no se correspondía con un monasterio, y que el camino monástico no era el de ellos. Yo entendí sus razones, y Valdediós se quedó sin moradores, nuevamente».
Durante estos cuatro años, Valdediós ha seguido recibiendo visitas y ha continuado funcionando el albergue de peregrinos. Sin embargo, tal y como destacó Mons. Sanz, «Valdediós tiene un bellísimo cuerpo, pero le faltaba el alma. Hoy, cuatro años más tarde, el alma vuelve a Valdediós». «Éste es un lugar paradisíaco –añadió–, Pero no se trata de un museo. Por eso no hemos traído a gente que gestione un museo, sino a gente que ponga vida y alma en este lugar». «Valdediós –manifestó el Arzobispo de Oviedo– tiene una importante historia de acogida a lo largo de los años. Las hermanas continuarán en esta misma línea, porque aquí se acerca mucha gente con preguntas, inquietudes, heridas, y en Valdediós pueden hallar un lugar de paz, donde encontrarse con el Señor».
El Arzobispo de Oviedo señaló también que durante estos años se ha llegado a poner en contacto hasta con doce congregaciones para ver si era posible que vinieran a habitar Valdediós, pero «las Carmelitas samaritanas han sido la respuesta final, de forma providencial para mí, porque los demás habían mostrado mucho interés, pero no podían hacerse cargo de este lugar. Ellas estaban disponibles para venir, les gustó, y a mí me gustó cómo ellas plantean su presencia», dijo el Arzobispo.
Providencial
Por su parte, la superiora de la Comunidad, la Madre Olga Santamaría, manifestó que «ha sido un hecho providencial el que don Jesús buscase una comunidad y nosotras estuviésemos buscando un monasterio. La Providencia hizo que nos cruzáramos y después de varias conversaciones, que comenzaron después de Navidad, lo pensamos, lo dialogamos y lo oramos mucho, decidiendo finalmente venir. No es un capricho estar aquí, creemos que Dios quiere que vivamos en este lugar nuestra consagración».
«Hoy empezamos de manera oficial esta nueva andadura en nuestras vidas –afirmó la Madre Olga–, estamos comenzando a hacer de Valdediós un hogar, un hogar peculiar, qué duda cabe, con unas características propias, en una tierra que no es la nuestra, aunque esperamos que pronto haya Carmelitas samaritanas asturianas. Venimos con el deseo y la ilusión de hacer este lugar nuestro, porque todo es de Dios, y nosotros somos de Él. Aquí, en este lugar concreto, este Valle de Dios, es donde Él nos ha traído a vivir, donde nos siembra, y donde esperamos florecer. Con esa ilusión y esas ganas venimos. Nuestra principal preocupación es gritar al mundo que Jesús nos espera en la Eucaristía, que es una presencia real, está vivo, y quiere intimar con cada uno de nosotros».