(Fides) Mons. Sánchez Cubillos, de 52 años, que desde el 2011 es el pastor de una de las diócesis que registra el mayor número de conflictos en el territorio colombiano, en el que la población vive en el miedo, ha concedido esta entrevista al periódico «La Opinión» de Cucuta.
«El Catatumbo es un lugar en el que buena parte de sus habitantes son señalados, estigmatizados, también como victimas. El Catatumbo es hoy para el país un pedazo de territorio que es rico sólo en cocaína... que se le escapó de las manos al presidente Juan Manuel Santos. Sin embargo, muchos no conocen la complejidad de esta convulsionada región del departamento, cuya riqueza parece que se les convirtió en su propia desgracia y en la causa de sus males, que van mucho más allá de lo que hablan hoy todos los medios de comunicación, que la hicieron protagonista por el secuestro de tres periodistas».
Del paraíso al infierno
Antes el Catatumbo era un paraíso: petróleo, carbón, bosques, paisajes, tierra fértil. Sin embargo, el abandono y la ausencia de las instituciones, ha hecho aumentar los cultivos ilícitos. «los campesinos poco a poco se han convertido en prisioneros en una cárcel a puertas abiertas»explica el obispo, «han ido perdiendo su cultura y su tradición, para vivir en función de un mal que les permite sobrevivir». «Hoy no solo es un problema de cultivos ilícitos, sino que se trata de un problema social que descompone y transforma los comportamientos, los valores». El obispo subraya que el dinero de la coca se ha metido en todas partes pero no ha enriquecido a las familias de los catatumberos
FARC, ELN, EPL, paramilitares y ahora las bandas criminales, han sometido a los habitantes del Catatumbo, al punto de llevarlos al señalamiento de un país que desconoce lo que es levantarse en medio de banderas subversivas. «En el Catatumbo han aprendido a convivir con los grupos armados. Este es un territorio controlado y quien tiene el control regula las relaciones entre las personas, los comportamientos. La gente se ha adaptado a eso, porque ama el pedazo de tierra en el que está, porque quieren que a su familia no la toquen; porque ha sido testigo de tantas cosas que no les interesa enfrentarse con ninguno de ellos», concluye Mons. Sanchez, por desgracia aquí «la gente se limita a sobrevivir».