(La Nuova Bussola/RenL/InfoCatólica) El cardenal asegura que, ante la ley de uniones homosexuales recientemente aprobada en Italia, «los alcaldes (sobre todo, naturalmente, los católicos) deben hacer objeción de conciencia. Al celebrar una unión civil serían, de hecho, corresponsables de un acto ilícito grave en el plano moral».
El purpurado italiano cree que «vivimos una situación inédita. Nunca había sucedido que se redefiniera el matrimonio. Es Satanás, que desafía a Dios, como diciendo: "¿Lo ves? Tú propones tu creación. Pero yo te demuestro que constituyo una creación alternativa. Y verás que los hombres dirán: estamos mejor así"». Y añade:
«Todo el arco de la creación se sostiene, según la Escritura, en dos pilares: el matrimonio y el trabajo humano. Este segundo pilar no es ahora nuestro tema, aunque está siendo sometido a una "crisis definitoria"; en lo que concierne el matrimonio, en cambio, éste ha sido institucionalmente destruido».
En relación a la exhortación postsinodal Amoris Laetitia, preguntado sobre el acceso a la comunión eucarística de los divorciados vueltos a casar, el cardenal responde en base a cuatro planteamientos:
- El matrimonio es indisoluble. Como decía, antes que una obligación moral, la indisolubilidad es un dato ontológico. Me entristece observar que no todos los Padres sinodales tenían claro dicho fundamento ontológico.
- La fidelidad conyugal no es un ideal que hay que alcanzar. La fuerza para ser fieles está dada en el sacramento (¿se imaginan el marido que le dice a la esposa: "Serte fiel es un ideal que intento alcanzar, pero que aún no consigo"?). La palabra "ideal" se utiliza demasiado a menudo en la Amoris Laetitia, es necesario prestar atención sobre este punto.
- El matrimonio no es un hecho privado, disponible sólo para los esposos. Es una realidad pública para el bien de la Iglesia y de la sociedad.
- El capítulo VIII, objetivamente, no es claro. ¿Cómo se explicaría entonces el "conflicto de interpretaciones" que ha estallado entre los obispos? Cuando esto ocurre, es necesario verificar si hay otros textos del Magisterio que sean más claros, teniendo presente un principio: en materia de doctrina de la fe y moral el Magisterio no puede contradecirse. No se debe confundir contradicción y desarrollo. Si digo S es P y luego digo S no es P, no significa que he profundizado lo primero. Lo he contradicho.
Y responde más explícitamente a una segunda pregunta sobre la cuestión:
No. Quien vive en un estado de vida que objetivamente contradice el sacramento de la Eucaristía no puede acceder a ella. Como enseña el Magisterio precedente, pueden acceder en cambio quienes, no pudiendo satisfacer la obligación de la separación (por ejemplo, a causa de la educación de los hijos nacidos de la nueva relación), viven en continencia. El Papa toca este punto en una nota (la n. 351). Ahora bien, si el Papa hubiera querido cambiar el Magisterio precedente, que es clarísimo, habría tenido el deber, y el deber grave, de decirlo clara y expresamente. No se puede cambiar la disciplina secular de la Iglesia con una nota, y además de tenor incierto. Estoy aplicando un principio interpretativo que siempre se ha admitido en Teología. El Magisterio incierto se interpreta en continuidad con el precedente.
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