(InfoCatólica) Fray Nelson, aprovechando que le tenemos cerca en su blog de InfoCatólica, queremos hacerle unas preguntas con ocasión del octavo centenario de la aprobación papal de la Orden de Predicadores u Orden dominica a la que pertenece, que se celebra en este año 2016.
No todos los días se celebran ocho siglos de la fundación de una institución que sigue viva y activa. ¿Tiene sentido algo tan políticamente incorrecto como una Orden de Predicadores en el siglo de la globalización y la multiculturalidad?
Creo que la mayoría de la gente, por lo menos de la gente que he conocido en muchos lugares, no se indispone automáticamente por la palabra «predicación». La indisposición empieza cuando oyen lo que no quieren oír. O por el contrario: en vez de indisponerse se aficionan a tal o cual predicador porque les agrada o convence. No es un título de gloria afirmar que en nuestra Orden Dominicana ha habido enorme variedad, también doctrinal, y que en esa variedad ha pasado que haya gente que se ha sentido muy a gusto con el lenguaje suavizado y mundanizado de algunos de los nuestros.
Háblenos del lema de la Orden: «Alabar, bendecir, predicar».
Se ha escrito mucho al respecto, por supuesto. Aquí quisiera compartir solamente una breve reflexión sobre la profunda unidad entre estos tres verbos, que forman como una especie de escala. Alabar implica levantar la mirada agradecida al Dios de amor; bendecir es un verbo-bisagra porque bendecimos a Dios, a quien alabamos, y también bendecimos, en Nombre de Dios, a nuestros hermanos, a nosotros mismos, y a las cosas o acontecimientos que nos rodean; predicar, por su parte, ya no es algo que hacemos a Dios, por supuesto, sino que concentra el acto de amar en la persona del prójimo. De ese modo, alabando, bendiciendo y predicando estamos recorriendo la escala del amor en toda su riqueza.
Ya casi nadie se acuerda de que los Papas visten de blanco porque el primer Papa de la Orden quiso seguir llevando su blanco hábito dominico. ¿Qué han aportado los dominicos a la Iglesia en estos ocho siglos?
En la ceremonia de beatificación de una Dominica, Marie Poussepin, dijo San Juan Pablo II: «las obras de los santos perduran.» Y así es. Lo más hermoso y durable que una comunidad religiosa le puede dar a la iglesia son los frutos de santidad. En ese campo, gracias a Dios hay mucho que agradecer si miramos a la historia muchas veces centenaria de la Orden de Domingo de Guzmán. Y luego, es indudable la importancia del quehacer misionero y teológico. Sobre esto último deseo comentar algo después, en referencia a Santo Tomás de Aquino.
La labor de la Orden en la evangelización de América fue enorme y se pueden ver sus huellas en toda Hispanoamérica. ¿Se dedican los dominicos de hoy a reevangelizar un continente que parece que va abandonando el catolicismo?
Yo diría –no sé si con un poco de dureza hacia mi propia comunidad– que apenas estamos tomando conciencia de las dimensiones del problema. Cuando Domingo pasó por primera vez por la región de Languedoc vio de primera mano el daño de la herejía en medio del pueblo cristiano. Su mirada fue iluminada por la caridad que llevaba dentro, y también por el testimonio y la conversación del obispo Diego, a quien Domingo iba acompañando esa vez. Es bueno detenerse un momento en la mirada sapiencial y compasiva de estos dos grandes hombres. De esa mirada vendrá el celo del obispo por predicar a los herejes y al pueblo; y luego, cuando el mismo obispo debe regresar a su sede, esa mirada, convertida como en una segunda naturaleza, servirá de lámpara en todo el esfuerzo fundacional del Patriarca de Guzmán. Me atrevo a pensar que se puede hablar de una conversión de la mirada. Y esa conversión, que es una gracia, sólo poco a poco va llegando a nuestros frailes. Hay que orar con insistencia al Señor que multiplique la caridad y celo que lleva a evangelizar.
Hay varios cientos de santos dominicos. ¿Cuáles son sus preferidos?
Sin duda, santo Tomás de Aquino y Santa Catalina de Siena.
¿Qué es la Tercera Orden Dominica? ¿Sigue existiendo hoy?
Muy pronto los laicos se asociaron a la obra de evangelización de Santo Domingo. la terminología de la época hablaba de varias órdenes: La primera orden serían los frailes; la segunda orden, las monjas contemplativas; y la tercera orden, los laicos; en aquella época no se hablaba de religiosas de vida apostólica o de vida activa, qué harían su entrada en la Iglesia unos siglos después. Dentro del esquema medieval, se suponía que la segunda orden recibía el influjo benéfico de la primera; y que la tercera orden, como un satélite que gira alrededor de su planeta, recibía el influjo saludable de la primera y la segunda órdenes. Lo que se esperaba de la tercera orden es que pudiera realizar en las condiciones de vida de los laicos algo de lo que vivían en plenitud los frailes y las monjas. Soy consciente de que es un esquema que no resultará tan atractivo a muchas personas hoy. De hecho, los cambios en la manera de comprender el misterio de la Iglesia han tenido repercusiones en las comunidades religiosas. Por supuesto que la labor con los laicos sigue viva y activa en nuestros tiempos pero la terminología de primeras, segundas y terceras órdenes no es lo más usual ahora. El lenguaje va más por los movimientos eclesiales, las fraternidades seglares u otros apelativos.
Los dominicos no forman una congregación religiosa, sino una orden. ¿Cuál es la diferencia?
Una parte de la terminología responde a situaciones propias de la sociedad de cada época. «Ordo» es un término propio de la antigüedad romana, que hace referencia al «orden» en general –o a un determinado «orden»– dentro del conjunto. Lo interesante de esta idea radica en dos puntos: (1) La conciencia de que la sociedad requiere a la vez de pluralidad y unidad. (2) La idea de que cada persona ha de encontrar en algún momento cuál es su lugar dentro de la sociedad, o como se diría a partir de la Edad Media, su «profesión.»
Dentro de ese esquema, es muy explicable que el régimen de vida de los monjes y monjas en sus respectivos monasterios pudo ser descrito como un «ordo,» y por eso se habló de la Orden de San Benito, o de la Orden del Císter. Para Domingo de Guzmán era importante que la fundación que el Espíritu le había inspirado tuviera esas características semánticas: (1) un servicio que no agota la vida de la Iglesia pero sí la custodia, defiende y alimenta; (2) un camino estable; una «professio,» que implica la consagración definitiva a un «modo de ser» dentro de la comunidad cristiana.
Pasando el tiempo, la sociedad se vuelve mucho más fluida en términos de movilidad geográfica, comercio, ideas e ideales. El mundo renacentista o el de la modernidad ya no ven a los miembros de la sociedad como inscritos para siempre en un camino u opción. Lo que se pasa a enfatizar serán otras cosas, por ejemplo, el hecho mismo de formar comunidad: de congregarse. Eso parece suficiente para entender cómo se pudieron dar los cambios descritos. Y también ayuda a entender la búsqueda de nuevos nombres: koinonías, legiones, «opus»...
¿Cuál es la labor de los herederos de Santo Tomás de Aquino en la época del relativismo y el pensamiento débil?
Me llama la atención la frecuencia con la que se asocia, como en el enunciado de su pregunta, a Santo Tomás con la «fortaleza» del pensamiento. En parte es un elogio, porque no cabe duda que la construcción teológica de este gran dominico tiene pocos paralelos en la historia de la Humanidad. Pero la excesiva afirmación de la solidez nos puede hacer olvidar que en su momento muchas posturas de Tomás parecieron extrañas o incluso heterodoxas. Que alguien leyera y expusiera en clase la Metafísica de Aristóteles era visto como sospechoso en extremo; que alguien dijera que una comunidad religiosa podía dedicarse a la enseñanza en las universidades era ridículo y en absoluta contradicción contra la venerable tradición monástica; que alguien afirmara que había una sola alma (forma sustancial) responsable tanto de las funciones biológicas como de la contemplación de Dios era inconcebible. Así que es importante no ver a Tomás como el adalid de una especie de inmovilismo o de pensamiento estático.
Por supuesto: Tomás no es un caprichoso ni un irresponsable. Ni tampoco debe pensarse que todo lo que hoy nos parece extraño, luego, por una especie de ley progresista de los siglos, va a ser aceptado y aplaudido en algún futuro. Hay mucha basura que se dijo en el siglo XIII, basura que contradecía la enseñanza de la Iglesia, y que sigue siendo basura, quizás más apestosa, a fecha de hoy. Viene a la mente el caso del averroísmo latino: un mal intento de sostener que se puede tener una verdad teológica aislada de una verdad científica o de una verdad filosófica.
Aun así, considero que es importante percibir en Tomás no una mente que busca obsesivamente la seguridad sino la Verdad, incluso cuando esa Verdad resulta imposible de poner en palabras, o cuando contradice lo que parece obvio, o cuando es impopular. Esta clase de coherencia y valentía son hoy inmensamente necesarias.
Las últimas décadas han sido de crisis vocacional para casi todas las órdenes y congregaciones. ¿Cómo están las vocaciones en la Orden de Predicadores?
El panorama es muy desigual en los diversos sitios. Se puede decir, sin embargo, que los dominicos seguimos la geografía y la demografía católica aunque tal vez algo por encima del promedio: declive en Europa, sorpresas positivas en algunas regiones del sudeste asiático, episodios de intensidad y fervor en África, crecimiento sostenido sin grandes primaveras en América Latina. Una cosa si es cierta: donde se predica con fidelidad y entusiasmo surgen vocaciones. No por sabido hay que dejar de decirlo.
¿Podría contarnos algo de su labor en «Amigos en la fe» y a través de su página web?
Respondo a esta pregunta porque presiento y deseo que puede abrir puertas de predicación y difusión de la Palabra de Dios. En cuanto al mundo online, tengo una página web, www.fraynelson.com, cuyas actualizaciones diarias están en fraynelson.com/blog. Soy fundador y director de una red social virtual de Amigos en la Fe: www.fraynelson.net, con más de 6.600 personas inscritas. He enviado casi 9.000 ediciones de un boletín diario de evangelización, Alimento del Alma, que cuenta con más de 28.500 suscriptores, y al que es posible suscribirse con un mensaje al correo [email protected] Tengo un canal de Youtube (fraynelson), con más de 3.000 vídeos en línea, y cerca de 6.000 visualizaciones diarias. Hago presencia en Facebook (facebook.com/fraynelson) con más de 20.000 seguidores, y en Twitter (twitter.com/fraynelson), con cerca de 16.000.
Soy colaborador habitual de Infocatólica. Otros portales reconocidos, como catholic.net, aleteia.org y religionenelibertad.com han publicado aportaciones mías, así como han hecho otras páginas webs. Soy fundador y realizador de un programa de televisión, Al Tablero con Fray Nelson en el canal católico colombiano Cristovisión. La Emisora «Reina de Colombia,» del Santuario Mariano Nacional de Colombia, y muchas otras en diversas partes del mundo hispanohablante utilizan clips en MP3 de este servidor para presentar el Evangelio del Día, u otras reflexiones. Las estaciones de televisión Telecinco, de Panamá, y JN 19 de Lima, proyectan regularmente mis videos de evangelización.