(Gaudium Press) El Arzobispo de Ottawa, Canadá, Mons. Terrence Prendergast, lanzó una advertencia a los católicos que podrían llegar a considerar solicitar el suicidio asistido de acuerdo con la nueva legislación canadiense: una persona que pide que se ponga fin a su vida «carece de la adecuada disposición para la Unción de los Enfermos», por cuanto no contarían con los auxilios de la Iglesia para una buena muerte. El prelado recordó que el suicidio es un pecado grave y que los sacerdotes no podrían cooperar o acompañar este procedimiento.
El Sacramento de la Unción de los Enfermos requiere una preparación espiritual y no puede perdonar pecados que están por cometerse como sería el caso del suicidio asistido. «Pedir que su sacerdote esté presente en algo que está en directa contradicción con nuestros valores católicos no es justo con el pastor», afirmó el Arzobispo, según informó The Catholic Register. «Por supuesto que un párroco intentará disuadir a un paciente de solicitar el suicidio y orará por él y su familia, pero pedirle que esté presente es en efecto pedirle que condone un pecado serio».
Además, el sacramento de la Unción de Enfermos exige, como los demás sacramentos, una preparación espiritual que no está presente en quien busca el suicidio. «Pedir ser asesinado es gravemente desordenado y es un rechazo a la esperanza que el rito pide y busca traer en medio de la situación». Los Obispos de Alberta ya habían aclarado la inmoralidad de la práctica y el hecho de que ningún católico –no sólo los sacerdotes– puede cooperar en forma alguna con el procedimiento.
«El rito es para las personas que están gravemente enfermas o que luchan bajo el peso de los años y contiene el perdón de los pecados como parte del rito», agregó Mons. Prendergast. «Pero no podemos ser perdonados con anticipación por algo que vamos a hacer, como pedir el suicidio asistido cuando el suicidio es un pecado grave».
También otros obispos de Canadá
El Arzobispo de Montreal, Mons. Christian Lépine, anticipó que la legislación plantea desafíos especiales a los capellanes de los hospitales. «Cuando alguien pide la presencia de un sacerdote, cualquiera que sea la situación, uno dice siempre que sí», pero comparó la situación con la persona que encuentra a alguien a punto de saltar de un puente y debe hacer todo lo posible por evitar que salte: «Es lo mismo con los enfermos terminales». El enfoque de la visita del sacerdote sería entonces la promoción «del carácter sagrado de la vida desde la concepción hasta la muerte natural».
Con información de The Catholic Register.