(AIN / Agencia Fides) Un «gesto de revuelta contra la muerte y la destrucción»: con esta frase el Arzobispo Samir Nassar, cabeza de la Archidiócesis maronita de Damasco, define las tres capillas que la comunidad local maronita ha decidido construir en los barrios de la periferia de la capital siria, golpeados con fuerza por el conflicto armado que aflige al país desde hace casi cinco años. El primero de los tres lugares de culto, dedicado a los Mártires de Damasco del 1860, ha sido inaugurado hace unas semanas, mientras que los otros dos serán terminados en los próximos meses.
En un informe de resumen, enviado a la Agencia Fides, el Arzobispo Nassar describe con emoción la preocupación expresada por toda la comunidad local maronita de hacerse cargo de los tres proyectos, porque representa un signo concreto «de la esperanza y la confianza en el futuro de la Iglesia en Siria» en este «año de misericordia y de gran sufrimiento».
En su declaración, el arzobispo maronita ha recordado la figura del diácono Camille, quien fue asesinado en marzo de 2013, por la metralla de un proyectil de mortero mientras se encontraba cerca de la iglesia. Después de ese evento, explica Mons. Nassar, «dije a los sacerdotes que podían marcharse de la ciudad, si querían, porque la diócesis no tenía derecho a mantenerlos en esa condición. Todos ellos me respondieron: usted se queda, nosotros nos quedamos».
Desde entonces, estos sacerdotes que «se aferran a su misión bajo las bombas» –remarca el arzobispo– también representan «la carta ganadora y la garantía del futuro de un cristianismo martirizado que se niega a morir».