(EP) El cardenal advierte que «no podemos quedarnos indiferentes. ¡Dios no es indiferente! ¡A Dios le importa la humanidad, Dios no la abandona!. Exprésese esto en el tender la mano para ofrecer generosamente la propia contribución y no se tenga miedo de continuar las peregrinaciones a los lugares de nuestra salvación, incluso procurando visitar en ellos las escuelas y los centros asistenciales, lugares donde se hacen cercanos a nosotros los cristianos locales y donde podemos escuchar sus testimonios».
Así lo indica en la carta que envía cada año a los obispos de todo el mundo de cara a la colecta del Viernes Santo en favor de Tierra Santa y que se titula 'El Oriente de nuestra redención'. En ella pide «redoblar» la ayuda a los refugiados, evacuados, niños y mayores.
«Los refugiados, los evacuados, los ancianos y los niños tienen necesidad de nosotros. En esta tierra de Oriente la gente muere. Se es víctima de asesinatos y de raptos, se sufre cuando la familia es separada por las emigraciones y los éxodos», recuerda.
Todo ello, según apunta, redobla el deber de ayudar, de hacer frente a las emergencias, «de reconstruir y de encontrar nuevos modos y lugares de asistencia». «No podemos quedarnos indiferentes. ¡Dios no es indiferente! ¡A Dios le importa la humanidad, Dios no la abandona!», exclama.
La colecta en favor de Tierra Santa se destina a los cristianos de Israel, los territorios palestinos, Jordania, Siria, Líbano, Chipre, Egipto, Etiopía e Eritrea, Turquía, Irán e Irak.
En un informe adjunto a la carta del cardenal, el Vaticano da cuenta de las actividades realizadas en Tierra Santa por la Custodia franciscana gracias a la colecta de 2015 destinadas tanto a los peregrinos –restauración de algunos de los Santos Lugares y obras para mejorar la acogida– como a las comunidades locales –consultorios familiares, ayuda a empresas artesanales, bolsas de estudio, viviendas que den la posibilidad a los jóvenes núcleos familiares de permanecer en Tierra Santa, escuelas, asistencia médica y social–.
Entre otras obras, este año se ha prestado una especial atención a los cristianos de Líbano y Siria que viven en situación de extremada necesidad a través del envío de ayuda en metálico para el sostén de las comunidades locales, la reconstrucción de infraestructuras y la realización de nuevas obras.