(Revista Ecclesia) D. Ricardo ha dirigido unas palabras llenas de afecto para los dominicos, recordando que «en vuestras comunidades he encontrado facilidad en la comunicación y empeño apostólico».
El cardenal y arzobispo de Valladolid señaló que, en situaciones de cambio como las actuales, es bueno abrazar la tradición recibida para que, afianzados en nuestro pasado y analizando serenamente el presente, podamos proyectar nuestro futuro. «Tenéis una historia secular pero no envejecida», ha dicho don Ricardo. Ha animado a los dominicos a llevar a Dios a la vida de las personas de nuestro tiempo, no con una predicación esclerotizada, sino con una predicación viva, que toque el corazón, que responda a las cuestiones y los interrogantes reales de las personas. Ha recordado, además, que «la oración es insustituible en el buen predicador», refiriéndose a santo Domingo, del que se dice que hablaba a Dios de los hombres y a los hombres de Dios.
Por último, ha animado a los padres capitulares para que, siguiendo sus trabajos, orando y razonando juntos, encuentren cuál es el mejor camino para predicar hoy el Evangelio.
El Provincial le da las gracias
Antes de finalizar la Eucaristía el Provincial, fr. Jesús Díaz, ha agradecido a D. Ricardo su presencia, su cercanía y sus palabras de ánimo. «Las dominicas y los dominicos queremos a la Iglesia –le ha dicho–. La queremos sabiendo que somos hombres y mujeres que quisiéramos ser cada vez más files al evangelio. Que quisiéramos vivir el proceso de conversión que todo creyente está llamado a realizar en su propia vida. Por eso desde la humildad de lo que somos quisiera con brevedad transmitirle cómo queremos a la Iglesia».
El Provincial, entonces, ha repasado algunos de los lugares donde los dominicos y dominicas realizan su tarea evangelizadora: en la reflexión teológica y filosófica, en la educación de niños y jóvenes, en el servicio a los pobres y desfavorecidos de la sociedad… El cardenal ha agradecido las palabras del Provincial, y ha animado de nuevo a los dominicos a continuar con su tarea. Tras la Eucaristía el cardenal ha compartido el almuerzo con los frailes.