(InfoCatólica) En la declaración de Mamré, la IEE se comprometía a llevar a cabo una «pastoral de la acogida de las personas homosexuales y sus familias, evitando la invisibilidad y trabajando en el acompañamiento de la diversidad», así como a «cultivar un lenguaje inclusivo respecto a las construcciones de género».
En la práctica la IEE acepta la validez de las relaciones homosexuales, lo que le aleja claramente de la gran mayoría del protestantismo evangélico de España que, en base a la enseñanza de la Escritura, rechaza dichas relaciones.
La IEE ha reaccionado con contundencia ante el comunicado del. Consejo Evangélico de Madrid. Para justificar su proceder apelan, entre otras razones, a su apego al Espíritu y no a la letra de la Escrituras, siguiendo de esa manera el camino del protestantismo liberal y el modernismo católico:
La Iglesia Evangélica Española siempre se ha destacado por su respeto y defensa de la diversidad, la defensa de la libertad de conciencia, las libertades políticas, su diálogo con la sociedad contemporánea, atendiendo a su espíritu protestante. Nuestra iglesia se ha esforzado a través del tiempo en trabajar por construir un protestantismo unido, no en vano fue fundadora tanto de la Alianza Evangélica Española como de FEREDE. En aquellos tiempos, no tan lejanos, los protestantes españoles estábamos unidos en un profundo respeto a la diversidad teológica que nos era y es propia.
Hoy los tiempos han cambiado, y ¡cómo han cambiado! Hoy nuestras iglesias locales se ven amenazadas por aquellos que se llaman nuestros hermanos en Cristo (algunos de ellos fueron parte de nuestra iglesia en el pasado). Y se ven amenazadas por una institución como el CEM, que según reza su lema es "la casa común protestante". Se lesamenaza con la expulsión de "la casa común". Nuestro pecado consiste en tomar partido a favor del ser humano, defender sus derechos dentro y fuera de las puertas de la iglesia (algo por otro lado, muy protestante). Nuestro pecado consiste en no estar apegados a la letra, sino al espíritu de las Escrituras, y haber perdido el miedo ante los que pretenden tener la Verdad (es decir a Jesús de Nazaret) presa en sus palacios invernales.