(Observatorio Bioética) Con Thor o con otro de los miles de donantes daneses que nutren a Cryos International, el mayor banco de esperma del mundo. Cryos International atiende a centros de reproducción de todo el mundo, expandiendo los genes vikingos. Pero también cuenta con un servicio de venta «on line», directo al consumidor, con el que cualquier mujer puede autoinseminarse en su casa, sin acudir a ningún centro de fertilidad.
Basta con rellenar un formulario con el perfil deseado del donante, elegir el momento de ovulación más propicio y pagar entre 400 y 800 euros. En poco más de un día llega al domicilio una muestra para una única inseminación, congelada en un tanque de ni nitrógeno líquido o en una caja de hielo y acompañada de unas instrucciones detalladas de uso, así como un kit para que la mujer pueda autofecundarse.
Este servicio funciona en 80 países del mundo. En nuestro país era un secreto a voces, pero lo que empezó como un goteo de casos ahora se ha convertido en un flujo constante de clientes. Cryos Internacional calcula que entre 500 y un millar de españolas se han quedado embarazadas gracias a su servicio de autoinseminación a domicilio y unas 45.000 en el mundo.
El sistema, sin embargo, no gusta a la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) que ha lanzado un comunicado alertando sobre los riesgos del tratamiento sin control médico, su ilegalidad y baja eficacia. El comunicado de los especialistas en reproducción asistida advierte que los bancos de esperma a domicilio «atentan contra la normativa española y priva a los pacientes de las garantías sanitarias imprescindibles».
Rocío Núñez, coordinadora del Grupo de Interés de Ética y Buena Práctica Clínica de la SEF enumera las irregularidades: no se practica en un centro autorizado con estándares de calidad y seguridad exigidos por la normativa española y europea, no existen seguros de responsabilidad para supuestos daños y se permite elegir los rasgos físicos del donante, «ilegal en la Ley Española de Reproducción Asistida». También insisten en que se trata de una «práctica arriesgada, que no garantiza el embarazo, porque las inseminaciones en casa funcionan en uno de cada 20 casos».
Existen diferencias importantes entre el tratamiento «casero» y médico. Aunque básicamente consiste en introducir semen con una jeringuilla, en el centro médico se elige el día más fértil de la mujer, el momento más propicio que se quede embarazada. «Una mujer puede calcularlo comprando una especie de predictor en la farmacia, pero es un método menos fiable que la ecografía, utilizada en un centro de reproducción. A algunas mujeres también les estimulamos la producción ovárica para que tenga más éxito la intervención y es importante introducir el semen de forma guiada porque el útero de las mujeres no es estándar. Todo esto no es posible hacerlo fuera de un entorno sanitario», indica Rocío Núñez.
Charlotte Eckstein, portavoz de Cryos International, interpreta las críticas como una defensa de los intereses económicos de los centros de reproducción españoles. «Nuestra práctica es legal en España. La ley española sola regula los tratamientos de reproducción asistida, es decir cuando la práctica está asistida por un médico y en nuestro caso eso no se produce. Puede que aprovechemos un vacío legal, pero no es ilegal», insiste. También defiende su seguridad. «Lo peor que puede ocurrir es que la mujer no se quede embarazada».