(Aica) Durante la presentación, el cardenal Kurt Koch, presidente de la Comisión para las relaciones religiosas con el judaísmo explicó que el documento «no da definiciones doctrinales definitivas», y tampoco es «un documento oficial del Magisterio de la Iglesia, sino un documento de estudio de nuestra Comisión, que intenta profundizar la dimensión teológica del diálogo judío-católico».
Participaron también en la presentación, el secretario de dicha comisión, el padre Norbert Hofmann SDB; el rabino David Rosen, director del International Director of Interreligious Affairs, American Jewish Committee (AJC), Jerusalem (Israel); y el director y fundador del británico Woolf Institute, Cambridge.
En su intervención el cardenal Koch recordó que el 28 de octubre de este año, según el deseo del papa Francisco, se organizó una audiencia general especial con motivo de la promulgación ese mismo día, hace cincuenta años, de la Declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano, en la que participaron representantes de diversas religiones en señal de que aquel documento representó una piedra angular en el cambio de actitud de la Iglesia Católica hacia los otros credos. De ahí que la Comisión que el purpurado preside haya elegido este año para presentar un nuevo documento que retoma los principios teológicos de Nostra Aetate, ampliándolos y profundizando en los puntos que interesan a las relaciones entre la Iglesia católica y el Judaísmo.
«Se trata -dijo- de un documento explícitamente teológico que pretende retomar y aclarar las cuestiones afrontadas en las últimas décadas en el diálogo católico-judío. Nunca antes nuestra Comisión había presentado un documento de signo teológico en sentido estricto: los tres documentos precedentes «Orientaciones y sugerencias para la Aplicación de la Declaración Conciliar Nostra Aetate (n.4)», (1974), «Sobre una correcta presentación de los judíos y el judaísmo en la predicación y la catequesis de la Iglesia Católica» (1985) y «Nosotros recordamos : una reflexión sobre la Shoah» (1998), se referían sobre todo a temas concretos, útiles para el diálogo con el judaísmo desde un punto de vista práctico».
El nuevo documento quiere destacar que el diálogo con el judaísmo, después de cincuenta años, se asienta ahora sobre un terreno sólido, porque en este arco de tiempo se han obtenido muchos resultados. «Estamos muy agradecidos por todos los esfuerzos llevados a cabo tanto por parte judía como por parte católica para la promoción de nuestro diálogo -concluyó el cardenal- Pero también es muy importante recordar, como evidencia el documento, que sobre todo desde el punto de vista teológico, estamos solo ante un nuevo principio: quedan muchas cuestiones abiertas que requieren ulteriores estudios».
Por su parte el rabino Rosen subrayó que el nuevo documento revela no sólo los avances en las directrices propuestas por Nostra Aetate de apreciar y respetar la autocomprensión judía sino también un profundo reconocimiento del lugar de la Torá en la vida del pueblo judío y, de acuerdo con el trabajo de la Pontificia Comisión Bíblica, un reconocimiento de la integridad de la lectura judía de la Biblia que es diferente de la cristiana. «De hecho -señaló- el mismo hecho de que el documento también cita extensamente fuentes rabínicas judías es un testimonio más de este aspecto».
El rabino mencionó también, que como el cardenal Koch y el Padre Hofmann ya habían dicho el documento es un documento católico que refleja la teología católica, y en ese sentido recordó que para la comprensión del pueblo judío era necesario apreciar también la importancia que la Tierra de Israel desempeña en su vida religiosa histórica y contemporánea.
«Efectivamente, incluso en términos del estudio histórico de los hitos a lo largo de este extraordinario viaje desde Nostra Aetate -afirmó- el establecimiento de relaciones bilaterales plenas entre el Estado de Israel y la Santa Sede (muy deseadas y promovidas por san Juan Pablo II) fue uno de ellos. Por otra parte, el preámbulo y el artículo primero del Acuerdo Fundamental entre las dos partes, reconoce precisamente este significado. Sin «Nostra Aetat», el establecimiento de estas relaciones seguramente no habría sido posible. El Acuerdo Fundamental no sólo allanó el camino a las históricas peregrinaciones papales a Tierra Santa y por lo tanto a la creación de la comisión bilateral con el Gran Rabinato de Israel, sino que podría decirse que refleja ante todo el hecho de que la Iglesia Católica repudió verdaderamente su representación del pueblo judío como vagabundos condenados a no tener hogar hasta el final de los tiempos».
«La referencia a la paz en Tierra Santa en lo pertinente a la relación entre católicos y judíos también es importante -observó- Los pueblos viven allí en la alienación mutua y el descontento, y creo que la Iglesia católica puede desempeñar un papel importante en la reconstrucción de la confianza, como por ejemplo hizo el Papa Francisco con su iniciativa de oración por la paz. Permítanme expresar la esperanza de que pronto habrá nuevas iniciativas que permitan a la religión ser una fuente de curación en lugar de conflictos y de asegurar que éstas se coordinen con los que tienen la autoridad política para allanar el camino para que la tierra y la ciudad de la paz obedezcan a su nombre».