(ACI Prensa) El Santo Padre recordó que «San Pablo le decía a sus discípulos ‘acordate de Jesucristo, acordate de Jesucristo crucificado’», y señaló que «cuando un consagrado, una consagrada, un sacerdote se olvida de Cristo crucificado, pobrecito, cayó en un pecado muy feo, un pecado que le da asco a Dios, que hace vomitar a Dios, el pecado de la tibieza».
El Papa Francisco pidió a los sacerdotes y consagrados que «nunca se alejen de Jesús. Esto quiere decir que nunca dejen de orar. ‘Padre, pero a veces es tan aburrido orar, uno se cansa, se duerme’. Dormite delante del Señor, es una manera de rezar, pero quédate ahí delante del Señor, rezá, no dejes la oración».
El Papa advirtió que «si un consagrado deja la oración, el alma se seca, como esos higos ya secos, son feos, tienen una apariencia fea. El alma de una religiosa, de un religioso, de un sacerdote que no reza es un alma fea. Perdón, pero es así».
El Santo Padre alentó a cuestionarse si «¿yo le quito tiempo al sueño, le quito tiempo a la radio, a la televisión, a las revistar para rezar? ¿O prefiero lo otro, ponerse delante de aquel que empezó la obra y que la está terminando en cada uno de ustedes?».
El Papa subrayó que Jesús «comenzó su obra el día en que nos miró en el bautismo, el día que nos miró después, cuando nos dijo ‘si tenés ganas, vení conmigo’, y bueno ahí nos metimos en fila y empezamos el camino, pero el camino lo empezó Él, no nosotros».
Además, Francisco precisó que «en el seguimiento de Jesucristo sea en el sacerdocio, sea en la vida consagrada, se entra por la puerta, la puerta es Cristo, Él llama, Él empieza, Él va haciendo el trabajo».
«Hay algunos que quieren entrar por la ventana. No sirve eso», indicó, y pidió que «si alguno ve que un compañero o una compañera entró por la ventana, abrácelo, y explíquele que mejor que se vaya y que sirva a Dios en otro lado, porque nunca va a llegar a término una obra que no empezó Jesús por la puerta».
Esto, destacó, «nos tiene que llevar a una conciencia de elegidos. Yo fui mirado, yo fui elegido».
«Me impresiona el comienzo del Capítulo 16 de Ezequiel: ‘Eras hijo de extranjeros, estabas recién nacido y tirado. Yo pasé, te limpié y te llevé conmigo’. Ese es el camino, esa es la obra que el Señor comenzó cuando nos miró».
El Papa señaló que hay algunas personas «que no saben para qué Dios los llama, pero sienten que Dios los llamó. Vayan tranquilos, Él les hará comprender para qué los llamó».
«Hay otros que quieren seguir al Señor pero con interés, por interés», advirtió el Santo Padre y recordó el caso «de la mamá de Santiago y Juan, ‘Señor te quiero pedir que cuando partas la torta le des la parte más grande a mis dos hijos, uno a tu derecha y otro a tu izquierda’».
«Está la tentación de seguir a Jesús por ambición, ambición de dinero, ambición de poder», indicó, y subrayó que «en la vida del seguimiento de Jesús no hay lugar ni para la propia ambición ni para las riquezas ni para ser una persona importante en el mundo».
Lloren
El Papa alentó además a los sacerdotes y consagrados a que «nunca dejen de llorar», pues «cuando a un sacerdote, a un religioso, religiosa, se le secan las lágrimas, algo no funciona».
«Llorar por la propia infidelidad, llorar por el dolor del mundo, llorar por la gente que está descartada, por los viejitos abandonados, por los niños asesinados, por las cosas que no entendemos, llorar cuando nos preguntan: ¿por qué?», alentó Francisco.
«Ninguno de nosotros tiene todos los porqué, todas las respuestas a los porqués», dijo, e indicó que «cada vez que yo saludo a un niño con cáncer, con tumor, con una enfermedad rara, como se llaman ahora, pregunto por qué sufre este niño, y yo no tengo respuesta para eso. Solamente miro a Jesús en la cruz».
«Hay situaciones en la vida que solo nos llevan a llorar mirando a Jesús en la cruz y esa es la única respuesta para ciertas injusticias, para ciertos dolores, para ciertas situaciones en la vida», señaló.
Elegidos para servir
El Papa reiteró que «todo el que se dejó elegir por Jesús es para servir, para servir al pueblo de Dios. Para servir a los más pobres, los más descartados, los más humildes, para servir a los niños y a los ancianos, para servir también a la gente que no es consciente de la soberbia y del pecado que lleva adentro. Dejarse elegir por Jesús es dejarse elegir para servir. No para hacerse servir».
Cerca del final de su discurso improvisado en español, Francisco aseguró que se emociona cuando después de una Misa saluda a sacerdotes y religiosas que durante décadas sirven en hospitales o en misiones lejanas.
«Me toca el alma. Esta mujer o este hombre entendió que seguir a Jesús es servir a los demás y no servirse de los demás», dijo.
El Papa concluyó agradeciendo a los sacerdotes, religiosas, religiosos y seminaristas por «animarse a seguir a Jesús».