(Aci Prensa) La Virgen de la Caridad del Cobre es la Patrona de Cuba y es considerada por creyentes y no creyentes como «símbolo de la cubanía».
En la primera Misa de un Pontífice celebrada dentro del histórico templo cubano en la ciudad de Santiago, el Papa dijo que «estamos invitados a vivir la revolución de la ternura como María, Madre de la Caridad. Estamos invitados a ‘salir de casa’, a tener los ojos y el corazón abierto a los demás».
En la Misa participó la plana mayor del gobierno de Cuba, incluyendo a Raúl Castro, presidente del Consejo de Estado y de Ministros de la República, que asistió a las tres Misas presididas por el Papa en la isla.
La revolución cristiana
El papa Francisco aseguró que «nuestra revolución pasa por la ternura, por la alegría que se hace siempre projimidad, que se hace siempre compasión que no es lástima, es padecer con para liberar; y nos lleva a involucrarnos, para servir, en la vida de los demás».
«Nuestra fe nos hace salir de casa e ir al encuentro de los otros para compartir gozos y alegrías, esperanzas y frustraciones», señaló.
El Santo Padre destacó además que «la presencia de Dios en nuestra vida nunca nos deja quietos, siempre nos motiva al movimiento. Cuando Dios visita, siempre nos saca de casa. Visitados para visitar, encontrados para encontrar, amados para amar».
«Ahí vemos a María, la primera discípula. Una joven quizás de entre 15 y 17 años, que en una aldea de Palestina fue visitada por el Señor anunciándole que sería la madre del Salvador. Lejos de ‘creérsela’ y pensar que todo el pueblo tenía que venir a atenderla o servirla, ella sale de casa y va a servir».
Las tierras cubanas, señaló el Papa, «también fueron visitadas por su maternal presencia. La patria cubana nació y creció al calor de la devoción a la Virgen de la Caridad».
Desde el Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, la Virgen «custodia nuestras raíces, nuestra identidad, para que no nos perdamos en caminos de desesperanza».
El Papa recordó que el alma del pueblo cubano «fue forjada entre dolores, penurias que no lograron apagar la fe, esa fe que se mantuvo viva gracias a tantas abuelas que siguieron haciendo posible, en lo cotidiano del hogar, la presencia viva de Dios».
«Abuelas, madres, y tantos otros que con ternura y cariño fueron signos de visitación, de valentía, de fe para sus nietos, en sus familias. Mantuvieron abierta una hendija pequeña como un grano de mostaza por donde el Espíritu Santo seguía acompañando el palpitar de este pueblo».
Francisco señaló que al igual que Santa María «queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, que sale de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad de un pueblo noble y digno».
Sembrar reconciliación
«Como María, Madre de la Caridad, queremos ser una Iglesia que salga de casa para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación», dijo.
«Todos juntos, sirviendo, ayudando. Todos hijos de Dios, hijos de María, hijos de esta noble tierra cubana», destacó.
Al finalizar su homilía, el Santo Padre destacó que la mayor riqueza y el mejor legado que podemos dejar «es como María, aprender a salir de casa por los senderos de la visitación. Y aprender a orar con María porque su oración es memoriosa, agradecida; es el cántico del Pueblo de Dios que camina en la historia». «Es la memoria viva de que Dios va en medio nuestro; es memoria perenne de que Dios ha mirado la humildad de su pueblo, ha auxiliado a su siervo como lo había prometido a nuestros padres y a su descendencia para siempre», indicó.