(Asia News/InfoCatólica) También concelebró la Misa el obispo auxiliar, Mons. Joseph Ha Chi-Shing junto a una decena de sacerdotes, entre los cuales estaba el superior regional del Pime, el P. Giorgio Pasini. La iglesia estaba repleta de personas, al menos 700, de las cuales un tercio eran parroquianos de la misma iglesia, edificada en una zona altamente poblada.
El cardenal Zen hizo una comparación entre cuanto sucedía en los primeros años del comunismo y durante la Revolución cultural y lo que sucede hoy en Zhejiang, así como en otras zonas de China. Recordó que en los períodos de persecución de los cristianos chinos, de sus obispos y de sus sacerdotes se les pedía que pisaran la cruz como signo de desprecio hacia la fe y como signo de apostasía. Cuánto sucede hoy en Zhejiang está en la misma línea. «La cruz – continuó - es el símbolo de nuestra fe. Removiendo las cruces, las autoridades insultan a nuestra fe, violan nuestros derechos que bien están garantizados por la Constitución china».
El purpurado también dijo, en su opinión, la campaña de destrucción de las cruces es ya una campaña nacional. «Al inicio- dijo- pensaba que la campaña venía de una decisión del gobierno local. Pero como ésta está yendo adelante ya de hace tiempo, llegué a la conclusión que debe ser una línea política del Estado. Esta es un terrible y seria regresión de la política religiosa» de China.
En esta semana en Hong Kong se realizaron manifestaciones, junta de firmas, misas, servicios litúrgicos por parte de los católicos y protestantes contra la destrucción de las cruces y de los edificios religiosos. Un creyente de Hong Kong dijo a AsiaNews que «es tiempo de hablar en voz alta porque antes o después esta política podría suceder también en nuestro Territorio».
Mientras tanto en China la campaña no se detiene. Hasta ahora, al menos 1200 entre cruces y edificios sagrados ya fueron abatidos o parcialmente demolidos.
El Global Times, dio la noticia que antes del 1° de septiembre otras 15 iglesias “ilegales” serán vaciadas o demolidas en la ciudad de Wenling. En realidad, según denuncias de católicos y protestantes chinos, se destruyen también edificios que han recibido los permisos legales y la campaña tiende a reducir y controlar la influencia de los cristianos en la sociedad china.