(La Opción) «Tenemos que advertir que, sin el trabajo que se realiza en el hogar, ningún empleado, ningún obrero sería rentable en su labor. Pues ¿quién tiene ganas de trabajar cuando su casa es un simple hospedaje? ¿Quién se siente estimulado para tener una mejor empresa, o trabajar mejor en ella, cuando no hay quien atienda con amor sus necesidades básicas en el hogar?», preguntó Rivera.
En ese sentido, el presbítero adjudicó el crimen y la violencia que se desató hace unos años en Ciudad Juárez a que las madres descuidaron a sus hijos por salir a trabajar.
«A propósito de la violencia que un tiempo sufrió Ciudad Juárez, resultó que la mayoría de los niños que fueron descuidados porque sus mamás iban a las maquiladores, la mayoría de esos niños después se dedicó a la violencia y a la violencia organizada», aseguró Rivera. «Siempre la sociedad, la misma familia paga los costos por no valorar ese trabajo de la mujer de la familia».
El Cardenal argumentó que los costos sociales del trabajo de la mujer fuera del hogar son muy elevados, puesto que conducen a una sociedad más rentable «mecánicamente», pero menos productiva «humanamente».
De cara al próximo Sínodo sobre la familia que tendrá lugar en octubre de este año, el sacerdote llamó a estructurar a la sociedad de tal manera que las esposas y madres no sean «obligadas» a trabajar fuera de casa.
«La dignidad de la mujer encuentra, como obstáculo y oposición persistente, la mentalidad que considera al ser humano, no como persona, sino como cosa, como objeto de compraventa, al servicio del interés egoísta y del solo placer. Una cultura así tiene a la mujer como su primera víctima», advirtió.
Durante la misa que tuvo lugar en la Catedral Metropolitana, Rivera se refirió a las familias que se ven sujetas, en contra de su voluntad, a reducir el número de hijos porque la mujer debe trabajar.
«Cuando más estimemos, como mentalidad, el papel de la mujer en su dimensión conyugal y materna, es decir, en su dimensión personalista, y no sólo en su dimensión productiva, monetaria, más estaremos respetando lo que es la mujer en verdad, porque la estaremos viendo más desde la óptica de quien hizo a la mujer, desde la óptica de Dios», afirmó.
No obstante, el Arzobispo agregó que lo anterior no significa que la mujer no pueda participar en todas las funciones públicas e intervenir en el quehacer de la economía, la política y todas las cuestiones sociales.