(ACI Prensa) El Presidente Emérito del Pontificio Consejo para la Familia, Cardenal Ennio Antonelli, hizo una reflexión sobre las personas que tras separarse del cónyuge se mantienen fieles al matrimonio y deciden no volver a casarse, dando así un testimonio heroico de la indisolubilidad de este sacramento.
El prelado acaba de publicar el folleto «Crisis de matrimonio y Eucaristía», con el que pretende dar su personal contribución a la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la Familia, que se celebrará durante el próximo mes de octubre en el Vaticano, abordando el tema «La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y el mundo contemporáneo».
En este texto, el Cardenal Antonelli trata entre otros temas, la cuestión de la admisión o no a la Eucaristía por parte de los divorciados vueltos a casar, así como las parejas que conviven, quienes «forman parte de la Iglesia aunque no estén en comunión plena con esta», indicó.
La Eucaristía «es la máxima expresión visible de la Comunión con Cristo y con la Iglesia, esto supone que se comparta la doctrina de la fe de la Iglesia, y que se tengan en cuenta los Mandamientos de Dios».
En este sentido «los divorciados vueltos a casar y quienes conviven no se encuentran en una situación de armonía ni con la doctrina ni con las enseñanzas sobre la sexualidad, están en contraste con esto y la Eucaristía, expresión de la Comunión Nupcial de Cristo con la Iglesia. Cristo se dona totalmente y para siempre a la Iglesia y les es indisolublemente fiel».
«Los esposos cristianos están llamados por vocación a revivir esta alianza nupcial en su vida concreta de familia, y a mi personalmente me deja perplejo la admisión en estos casos a la Eucaristía, pero es muy importante que participen en la Misa y en la oración Eucarística, la escucha de la Palabra de Dios», expresó.
El Cardenal dijo que «hay muchos divorciados vueltos a casar que van a Misa pero no reciben la Comunión. Hay muchos. Y esto es algo obvio para quien conoce realmente las enseñanzas de la Iglesia, saben que igualmente pueden confiar en la misericordia de Dios y caminar haciendo el bien que son capaces de hacer».
Dios perdona, pero no todos reciben el perdón
Además, el Cardenal italiano explicó que la misión de la Iglesia es poner a estas personas en camino, teniendo confianza en la misericordia de Dios, «porque Él en primer lugar nos ama siempre, siempre nos ofrece su perdón, pero somos nosotros los que no siempre somos capaces de acogerlo, de recibirlo».
«Es necesario ponerse en camino. ¿Cómo se pone uno en camino? Ante todo con humildad, es decir, no querer establecer lo que está bien y lo que está mal, sino buscar la voluntad de Dios. Es Dios la norma suprema del bien y del mal», subrayó.
También la oración es importante: rezar para conocer siempre mejor la voluntad de Dios y tener la fuerza de cumplirla cada vez más, porque «solos no somos capaces ni de conocerla ni de cumplirla».
Otro modo de ponerse en camino es «comprometerse cuanto antes a hacer el bien que uno es capaz de hacer: en la familia, en relación al compañero, la compañera, los hijos, los vecinos de casa, los compañeros de trabajo, en la sociedad, y con la comunidad eclesial». «Comprometerse caritativamente con los pobres y los enfermos, especialmente si cuesta un sacrificio. Porque esta es la vía mejor para aprender a amar de verdad y acercarse a Dios», indicó el Purpurado.
El Cardenal anima también a tener siempre confianza en la misericordia de Dios. «Dios es más grande que nuestro corazón, y que nuestros pecados, por eso no hay que perder esta confianza», remarcó.
Por otro lado, el Cardenal Antonelli explicó que la Iglesia tiene un deber con estas personas: «ponerlas en camino y acompañarlas con la amistad, la fraternidad, la acogida, el consejo, las ocasiones de oración y la escucha de la Palabra, integrándolos en las actividades caritativas y de la Iglesia».
Desde 1981, la Exhortación Apostólica «Familiaris Consortio» del Papa San Juan Pablo II ha guiado a la familia dentro de la Iglesia, y el Purpurado considera que el texto sigue siendo de gran actualidad.
Sínodo, ni revolución ni inmovilidad
«Yo no creo que con el próximo Sínodo pueda haber una revolución, ni tampoco inmovilidad. Habrá un desarrollo de las novedades pero coherentes con las enseñanzas anteriores, y la pastoral y la doctrina de Juan Pablo II».
«Creo que esta será la línea que se seguirá. Por el momento el Papa no se ha expresado, simplemente ha escuchado, y ha dicho algo fundamental: 'Testimoniar la misericordia de Dios hacia todos', pero en esto todos están de acuerdo, también quienes sienten que no es posible admitir a estas personas en la Eucaristía», remarcó.
El Cardenal Ennio Antonelli es obispo desde 1982, primero en Gubbio, después en Perugia, y después fue Secretario General de la Conferencia Episcopal Italiana. Más tarde fue nombrado Arzobispo de Florencia.
Entre 2008 y 2012 fue Presidente del Pontificio Consejo para la Familia. Actualmente vive en el Vaticano y sigue aportando nuevos conocimientos al estudios de la teología para la familia.