(EP/InfoCatólica) El prelado ha realizado estas manifestaciones durante de la homilía de la misa de Corpus Christi, que ha oficiado en una abarrotada catedral, ante el obispo de la ciudad alemana de Aquisgrán, con quien Toledo está hermanada, y ante el obispo auxiliar, Ángel Fernández, y el emérito de Segovia, Ángel Rubio.
Casualmente, Mons. Rodríguez ofició el pasado 17 de mayo en la Basílica de San Pedro del Vaticano la misa en el rito Hispano-Mozárabe, un modo de celebrar la liturgia que se consolidó en el reino Visigodo de Toledo y que se mantuvo durante la ocupación musulmana de la Península, perviviendo hasta la actualidad.
El primado de la Iglesia en España ha hablado varias veces de tradición y aunque, retomando el capítulo 23 de Mateo, ha recordado que «Cristo criticó vivamente ciertas tradiciones de escribas y fariseos, como opuestas a la tradición auténtica», ha añadido que «él ha autentificado, haciendo válido para nosotros este principio de la 'tradisio', la tradición».
«Nuestra expresión litúrgica es la hispano-mozárabe, que ha cristalizado en nuestra patria desde antiguo y que avatares de la historia no han podido sofocar, de modo que la Eucaristía que dejó el Señor es una hermosa realidad con la que hoy festejamos la fiesta del Corpus Christi».
«Pero no estamos haciendo ni arqueología litúrgica, ni espectáculo religioso cultural. Tampoco un lujo toledano, el damasquino, tan hermoso y valioso arte, pues se nos ha invitado a encontrar la vida y obtener el favor del señor», ha defendido.
No todos los cristianos acogen la Eucaristía
Don Braulio, que ha indicado que los cristianos «participan de la vida de Dios trinitario» y se unen entre ellos «por el vínculo de una misma fe», ha lamentado que «muchas veces falta esta unidad en la sociedad». «Y aún más grave, entre los cristianos, porque no todos los cristianos acogen el sacramento de la Eucaristía», ha lamentado.
«Muchas veces nos contentamos con un coexistir juntos. Pero esa falta de unidad y sintonía puede ser causa de mucho dolor y de injusticias», ha advertido el arzobispo toledano, para quien otra consecuencia de «no vivir de Cristo» es que «se olvida a los miembros más dolientes de su cuerpo». «Son los más pobres, los desheredados los que tienen poco acceso a una vida digna de los hijos de Dios».
Por último, ha recuperado las palabras de Cristo, «tuve hambre y no me disteis de comer. Tuve sed. Fui forastero, desnudo y no me asististeis», unas palabras, ha dicho «serias, reales y verdaderas». «Hermanos, todos somos llamados a este banquete, pero Cristo pone condiciones, solo Él», ha concluido.