(Alfa y Omega/María Martínez López) El Papa Francisco ha irrumpido sin buscarlo en el debate sobre el aborto en Chile, al escribir una carta a la madre de un niño con anencefalia. Bernardita Vial había escrito al Santo Padre contándole que estaba esperando un hijo que, al carecer de un cerebro y un cráneo bien desarrollados, seguramente moriría a los pocos minutos de nacer. En su respuesta, el Papa decía: «He recibido su carta, en la que percibo la fortaleza con la que está afrontando este período de su vida, ciertamente especial: son momentos difíciles. Le agradezco de corazón este gesto de confianza. Que el Señor le pague la delicadeza de enviármela. Le agradezco su testimonio. Me conmueve y me hace bien su amor de madre y su coherencia de vida».
«Le aseguro –continúa el Pontífice– que cuenta con mi cercanía y oración. Pediré por usted y por su familia, así como también por los que comparten el compromiso cristiano en favor de la vida, en cualquier circunstancia en la que se encuentre y le diré al Señor que la siga fortaleciendo, que su presencia sea su fortaleza en estos momentos y le ayude a ser testigo del amor misericordioso de Dios para quienes pasan por similares circunstancias. Y, por favor, le pido que no se olvide de rezar por mí. Que Jesús la bendiga y la Virgen Santa la cuide».
La carta del Papa está fechada el 2 de mayo, pero Bernardita la recibió el 13 de mayo. Era, providencialmente, el mismo día que enterraba a su hijo José, nacido dos días antes. José sólo vivió 40 minutos fuera del vientre de su madre, pero tuvo la oportunidad de ser bautizado.
Carne de aborto
La historia de Bernardita, José y su familia ha encontrado un eco especial en Chile. A finales de enero, el Gobierno de Michelle Bachelet presentó una propuesta para despenalizar el aborto en caso de riesgo para la salud de la madre, violación e inviabilidad del feto. La anencefalia que padecía José es uno de los casos extremos que se citan con más frecuencia para justificar el aborto eugenésico. El comienzo de la tramitación de la ley ha coincidido con los últimos meses del embarazo de Bernardita.
Cuando estaba embarazada de 25 semanas, Bernardita fue entrevistada por CNN Chile. Allí, contó que no habría abortado incluso si el aborto hubiera sido legal, pero que al principio de conocer el diagnóstico de su hijo «lo veía todo terrible, no le veía mucho sentido a esta espera dolorosa» para «tener a un bebé en mis brazos tres minutos. Por mucho que la gente me intentaba transmitir que eso tiene un gran valor, uno no lo ve».
Esta percepción empezó a cambiar en la semana 22 del embarazo. En ese momento –y cumpliendo las predicciones de su ginecólogo–, «lo asumí como mi hijo. Ahora que siento a José y vi una ecografía 3D de él, digo: Pucha, qué vivo está, qué ganas de mantenerlo así. Ahí a una le aflora el sentimiento de madre, de pensar en él y no en mí. Voy a darlo todo por él». De hecho, afirmaba, «no me reconozco cuando releo en el cuaderno que escribo lo que pasaba por mi cabeza en esas primeras semanas».
«Sé que lo voy a pasar muy mal»
En la entrevista, Bernardita reconocía que estaba asustada ante el nacimiento de su hijo. Centrarse en el pequeño José reducía el miedo pero, afirmaba, «sé que lo voy a pasar muy mal, porque cuando nazca estaré muy entregada, pero va a nacer y se me va a morir». Sin embargo, «no se me ocurre pensar que yo voy a sufrir más o menos, porque estoy pensando en José». Y añadía: «Voy a estar muy satisfecha de haber sabido que hice todo por él». También sabía que «no tengo la fuerza para llegar hasta el final. La fuerza hay que pedirla, porque como mujer una no está nunca preparada para que se te muera un hijo. Espero poder tenerla, rezo por eso».
Cuando le preguntaron sobre el debate del aborto, Bernardita respondió: «Me dan ganas de decirle a las personas que están haciendo esa ley que nos escuchen a nosotras, las que estamos pasando por eso». De hecho, explicaba que se sentía impotente ante el hecho de que «se saque una ley que nos deje vulnerables a mujeres que», por el shock que supone una noticia así, «no estamos en nuestro propio juicio para tomar una decisión tan fuerte».
Pero hay mujeres que también pasan por una situación así y apoyan el aborto. «Me llama la atención –respondía Bernardita– que haya madres a favor de esta ley, porque por esencia estas madres tenemos la cosa de pensar primero en el hijo en vez de en ella. Me gustaría pensar que las madres que toman la decisión de abortar todavía no han asimilado a su hijo y por eso toman esa decisión, porque me cuesta pensar que una madre ponga su salud mental por encima del transcurso normal de la vida de su hijo, que en este caso sería nacer y morir».
Unos días antes, Bernardita había leído en el periódico la carta «de una madre que está pasando lo mismo que yo pero de menos semanas. Me dieron ganas de decirle: Espérate, porque yo estuve igual», antes de aceptar a su hijo. «Me dan ganas de estar frente a algunas de esas mujeres y decirles: Paciencia, esto va a pasar. No hay tormenta que no termine en la calma, y ya sea por la fe o por otras razones, debe ser mucho más satisfactorio saber que hiciste todo lo posible por seguir con su vida y no haber sido tú la que lo elimine».
150 amigos de todo el mundo
Durante su embarazo, la familia de Bernardita también contó con el apoyo de personas de todo el mundo. De hecho, con motivo del Día Mundial del Niño No Nacido –25 de marzo– 150 personas de 22 países escribieron una carta a José en la que le decía que «aunque tu vida en esta tierra pueda ser corta, nos alegra que seas parte de nuestro mundo. Estamos muy contentos de que tu mamá esté comprometida a amarte todo el tiempo que vivas. Es una mamá maravillosa que te está cuidando muy bien antes de que nazcas».
«Ha sentido mucha presión –continuaba el texto–. Algunas personas, incluso algunos médicos y otras personas importantes están confundidas y no ven todo el cuadro. Son buenas personas, pero no ven el valor de tu vida, y no quieren proteger tu vida ni la de otros bebés como tú. Afortunadamente, en tu país hay leyes para protegerte. Esperamos que quienes quieren cambiar esas leyes se conviertan de corazón. Rezamos para que cambien de idea y sean capaces de ver la belleza de cada bebé, ya sea perfecto o no». La carta terminaba diciendo: «¡Te queremos, José, y estamos felices de ser tus amigos!»