(VIS) Del 1 al 3 de mayo el cardenal estuvo en Bagdad donde celebró la Divina Liturgia en la catedral caldea de San José y almorzó con los refugiados asistidos por diversas instituciones eclesiales. En Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, se unió a la delegación de la Roaco que está poniendo a punto proyectos de ayuda en diversos ámbitos pastorales y de socorro a los prófugos.
Signos de luz
En su último discurso ante los obispos en Erbil, el cardenal habló de los “signos de luz” que había visto en las Iglesias de Irak a lo largo de su visita:
«La liturgia, los cantos, la entrega a María, pero también el esplendor de la caridad, con las obras ordinarias y con las relacionadas con las diferentes formas de acogida y asistencia pastoral a los desplazados y los perseguidos. He visto con mis propios ojos la dedicación heroica de tantos sacerdotes que son realmente buenos pastores, que no se escapan y se quedan al al lado de su rebaño; estoy emocionado por la profunda comunión que anticipa cualquier discusión teológica, aunque sea necesaria, y cada acuerdo ecuménico; cuando sacerdotes de diferentes iglesias cristianas se estiman y organizan junto con los laicos actividades de asistencia para las personas desplazadas, o se encargan de la formación en las escuelas y parroquias. Y también es hermoso ver la colaboración que han ofrecido y seguirán ofreciendo las diferentes agencias de la ROACO en proyectos que serán realizados para el bien de todos vosotros».
El cardenal afirmó, dirigiéndose a los obispos:
«Todos sois miembros de los Sínodos de las Iglesias patriarcales respectivas junto con los patriarcas y en comunión con ellos, procurad que el cuerpo eclesial crezca con la colaboración de todas las articulaciones. Y añado: sobre todo el tiempo de prueba que vive Iraq requiere una comunión aún más profunda entre las Iglesias, y espero que así suceda, entre la caldea la y siro-católica, que son mayoritarias, y entre ellas y las más pequeñas. No dejemos que haga mella en nosotros cualquier forma de aislamiento o autorreferencia, e invito a valorizar cada vez más a la Asamblea de los Obispos Católicos de Irak y aquella en la que os reunís con los hermanos de las Iglesias Ortodoxas Orientales. Que no suceda que la lógica de la mayoría y la minoría, que está haciendo tanto daño al país, repercuta también de alguna forma dentro de los confines de la Iglesia, aunque estoy seguro de que es un peligro lejos de la realidad».
El cardenal Sandri concluyó su discurso pidiendo la protección de la Virgen María y de San Pedro para el Papa Francisco «siempre tan cercano a los cristianos de Oriente Medio y a todos los perseguidos» y para Sus Beatitudes los patriarcas Louis Raphaël I Sako , de la Iglesia Católica Caldea e Ignace Joseph III Younan, de la Iglesia Católica Siria.