(El Economista) «Durante los duros años del genocidio armenio, millones de miembros de nuestro pueblo fueron desarraigados y masacrados de forma premeditadas, pasados por el fuego y la espada, saboreando las frutas más amargas de la tortura y el dolor», ha dicho el catholicós de Armenia y de todos los armenios, Karekin II.
«Pese a ello, en medio de estos horribles tormentos y haciendo frente a la muerte, permanecieron firmes por el amor de Cristo, convirtiéndose en testigos de una fe inquebrantable», ha agregado.
Karekin II ha subrayado que «los armenios que fueron perseguidos por su fe cristiana recorrieron el camino de martirio con un rezo como compañero». «La sangre de los armenios martirizados por Cristo supone un sello inquebrantable de fe y patriotismo», ha dicho.
«La canonización de los mártires del genocidio supone un nuevo aliento, gracia y bendición a nuestra vida nacional y eclesiástica. Creemos que estamos tejiendo la corona de un nuevo renacimiento para nuestro pueblo», ha remachado.
La ceremonia ha sido celebrada en medio de las tensiones diplomáticas entre Armenia y Turquía por la negativa de este último país a reconocer la existencia del genocidio armenio.
Turquía no niega que las masacres de civiles armenios ocurrieran, pero no admite que se tratase de un genocidio, y arguye que las muertes no fueron resultado de un plan de exterminio masivo dispuesto por el Estado otomano, sino que se debieron a las luchas interétnicas, las enfermedades y el hambre durante el confuso periodo de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, es generalmente reconocido como el primer genocidio sistemático de la Edad Moderna y es el segundo caso más estudiado, por detrás del Holocausto judío.
En febrero, Sarksyan anunció que su país se retira del acuerdo de paz con Turquía aprobado por el Parlamento en 2009 y que suponía un histórico adelanto para acabar con las hostilidades entre ambos países vecinos. En 2009 ambas partes firmaron acuerdos para establecer relaciones diplomáticas y abrir sus fronteras terrestres, en un intento de dejar atrás las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, en la que población armenia fue masacrada en masa por otomanos.
Pese a ello, Sarksyan afirmó el miércoles que Armenia está dispuesta a retomar sus relaciones con Turquía, si bien recalcó que «el reconocimiento del genocidio por parte de Ankara es el camino más corto para lograrlo».