(ACI Prensa) «Me vienen a la mente tantos niños que he encontrado durante mi último viaje en Asia: llenos de vida, de entusiasmo pero, por otro lado, veo que en el mundo muchos de ellos viven en condiciones que no son dignas», señaló.
En este sentido, «a la sociedad se la puede juzgar por cómo son tratados los niños, pero no sólo moralmente, sino sociológicamente, si es una sociedad libre o esclava de intereses internacionales», dijo improvisando.
El Papa explicó que los niños recuerdan a todos que «somos totalmente dependientes del cuidado y de la benevolencia de los demás«. Algo que «el Hijo de Dios no se ha ahorrado» porque también se hizo niño.
Por otro lado, indicó que «Dios no tiene dificultad en hacerse entender por los niños, y los niños no tienen problemas en entender a Dios» y aludió a las numerosas ocasiones en las que Jesús habla en los evangelios de 'los pequeños'. Un término que se refiere a «todas las personas que dependen de la ayuda de los otros, y en particular a los niños».
«Los niños son en sí mismos una riqueza para la humanidad y para la Iglesia, porque nos recuerdan de manera constante la condición necesaria para entrar en el Reino de Dios: la de no considerarnos autosuficientes, sino necesitados de ayuda, de amor, de perdón».
Pero, a su vez, los niños nos recuerdan «que somos siempre hijos: también si uno se convierte en adulto, o en anciano, también se llega a ser padre, si ocupa un lugar de responsabilidad. Bajo todo esto permanece la identidad del hijo».
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